El Ministerio de Fomento acaba de hacer público el montante que
destinará a las comunidades autónomas para la conservación del
patrimonio histórico-artístico. En un período de tres años se
destinarán a este asunto doce mil millones de pesetas "recordemos
que en las pasadas elecciones autonómicas los partidos políticos
gastaron miles de millones sólo en publicidad televisiva" a
repartir entre las comunidades que integran uno de los países más
ricos del mundo en patrimonio.
A Balears le tocarán poco más de cuatrocientos millones, que no
son despreciables "nuestra Comunitat se encuentra en un nivel
medio", pero tampoco son para lanzar cohetes, teniendo en cuenta
que algunos de nuestros más preciados bienes patrimoniales
necesitan actuaciones urgentes para sostenerse y contando además
con que la inversión será en cuatro años. Cierto que algunas
regiones españolas son mundialmente famosas por su riqueza
patrimonial y es de rigor que sean ellas las que más dinero reciban
para el mantenimiento de sus tesoros artísticos, pero también es
verdad que nuestras Islas han estado permanentemente olvidadas lo
mismo por los de fuera que por los de dentro.
Eternamente catalogadas como paraíso natural y destino de
millones de turistas de sol y playa, a menudo olvidamos que
nuestras Islas arrastran a sus espaldas miles de años de historia,
de vivencias, de arquitectura y de yacimientos. Por eso cuesta
trabajo creer que las autoridades cierren los ojos a ese riquísimo
patrimonio y se esfuercen a diario por mejorar las playas, las
carreteras y la red comercial de Balears a costa de dejar en la
cuenta nuestros tesoros arqueológicos, históricos y artísticos.
Esperemos que reconocimientos como el que ha concedido la UNESCO a
Eivissa, declarándola Patrimonio de la Humanidad, despierten un
poco las conciencias más dormidas.
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