El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha admitido que es improbable que pueda aprobar los Presupuestos Generales del Estado. De hecho, el Gobierno ni siquiera tiene intención de presentar el proyecto presupuestario al Congreso de los Diputados, a pesar de que lo exige la Constitución. Ante la incapacidad del Gobierno de sacar adelante unos nuevos presupuestos, Sánchez dice que su objetivo es sudar la camiseta y no rendirse. En definitiva, aguantar como sea toda la legislatura.
Contundente
Hay que agradecerle a Sánchez que sea directo y que reconozca que le resultará imposible aprobar unos nuevos presupuestos. De hecho, ni siquiera lo intentará. Resulta llamativo que el propio Sánchez dijese antes de ser presidente que cuando un gobierno no puede aprobar unos presupuestos hay que convocar elecciones. Sin embargo, Sánchez no se aplica a sí mismo las recetas que él dispensaba a Rajoy cuando era presidente. El líder socialista lleva ya dos años sin poder aprobar los presupuestos por falta de apoyos. Sin el respaldo de Junts, Sánchez no tiene votos suficientes para sacar las cuentas de este año.
Legislatura acabada
Los presupuestos son el instrumento más importante que tiene un gobierno para poder desarrollar sus políticas, pero Sánchez considera que puede aguantar toda la legislatura sin renovar las cuentas anuales. Como el objetivo de Sánchez es aguantar hasta 2027 se puede dar la circunstancia de que se mantenga el mismo presupuestos durante cuatro años, lo cual sería realmente una anomalía política e incluso democrática. Sin embargo, a Sánchez parece que le da absolutamente igual mantener los mismos presupuestos. Su objetivo es resistir lo que haga falta, y hacer las concesiones necesarias para aguantar toda la legislatura. Hasta los ministros de Sánchez admiten que no les preocupa lo más mínimo no tener presupuestos porque los que están vigentes, dicen, son muy buenos y sobre todo progresistas. Seguramente Sánchez ganará desde el punto de vista personal con este plan de continuar a cualquier precio, pero la democracia española queda gravemente tocada. Nunca un presidente del Gobierno en la historia moderna de la democracia española se había atrevido a llegar tan lejos, pero la historia es sabia y le colocará en el lugar que se merece.
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