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Las principales cadenas hoteleras de Ibiza intentan durante estas semanas completar sus plantillas a falta de semanas para iniciar la temporada turística. El hotelero Marc Rahola, CEO de OD Group, admite que las empresas turísticas están sufriendo «como nunca» ante la falta de vivienda para sus trabajadores. La situación es muy compleja ya que antiguos empleados de los hoteles han decidido regresar a sus lugares de origen en busca de una vivienda a un precio asequible.

Apertura de hoteles

Rahola, como prácticamente todas las cadenas hoteleras, prevé abrir los hoteles de su cadena en el mes de abril y le urge solucionar el problema de la vivienda para sus empleados. En Meliá, la cadena con más camas en España, faltan 200 trabajadores para sus establecimientos en Ibiza. Pedro Matutes, director general de Sirenis, apunta que desde hace dos años la cadena hotelera ibicenca planifica con anticipación la llegada de trabajadores con la vista puesta en la falta de vivienda. En Palladium ofrecen alojamiento a gran parte de empleados que tienen su plaza laboral en Ibiza.

Soluciones

La falta de vivienda para residentes es un problema que lógicamente también sufren los trabajadores de temporada que se desplazan a Ibiza. Al principio del boom turístico los empleados de los hoteles dormían en su propio lugar de trabajo cuando llegaban a las Islas. Al acabar la temporada regresaban a sus lugares de residencia y habían aprovechado para ahorrar algo de dinero al no tener que pagar ningún alquiler mientras cumplían su contrato de trabajo. Poco a poco estos trabajadores optaron por comprar viviendas en Ibiza, y en el resto de islas, para establecerse durante todo el año. Sin embargo, los tiempos han cambiado, pero se repiten los mismos problemas que hace varias décadas: no hay viviendas para alojar a los trabajadores a un precio razonable. De hecho, algunas cadenas hoteleras están renunciando a comercializar plazas hoteleras para poder alojar a sus empleados. El problema es mayúsculo y no se ve ninguna solución a corto y largo plazo. Todo apunta a que deberán ser los propios hoteleros los que busquen una alternativa al alojamiento de sus empleados, igual que hace 50 o 60 años.