Dicen que el tiempo siempre pone las cosas en su sitio y todo parece indicar que la etapa política que vive España no será precisamente muy bien tratada por la historia. Porque un país democrático como España no puede estar en manos de un prófugo de la justicia como Carles Puigdemont, quien desde su refugio de Waterloo pone en jaque al Gobierno de Sánchez cuando lo considera oportuno y además dicta las leyes que serán aprobadas en el Congreso de los Diputados. El anunciado encuentro entre Sánchez y Puigdemont será la guinda de la infamia, una imagen que el pueblo español no merece cuando existen otras soluciones políticas para salvar la legislatura.

Todo vale.

El troceo del real decreto ‘omnibus’ para que sea apoyado por Junts es una muestra más de que Sánchez es capaz de rectificarse a sí mismo cada vez que lo exige Puigdemont. Esta situación es a todas luces una anomalía política sin ningún tipo de justificación, sobre todo cuando el PP ofreció sus votos para sacar adelante las iniciativas sociales del Gobierno sin necesidad de arrodillarse ante el prófugo Puigdemont. Entre un partido democrático y un supuesto delincuente, Sánchez ha elegido la segunda opción. Y no todo debería valer para alargar artificialmente la legislatura.

Inusitada euforia.

A pesar de la infamia que supone que un prófugo de la justicia maneje la política nacional, muchos dirigentes socialistas mostraban este miércoles su euforia por haber podido sacar adelante el decreto ómnibus del Gobierno, que ha sido drásticamente troceado para conseguir el apoyo de Junts. ¿Realmente ninguno de estos dirigentes socialistas, entre los cuales hay muchos ibicencos, son conscientes de lo que supone darle tanto poder a un supuesto delincuente? ¿Nadie es capaz de ver del daño que se está haciendo a la democracia española esta situación cuando hay otras opciones para seguir gobernando? Lamentablemente Sánchez ha conseguido que cualquier situación anómala se normalice, y lo peor de todo es el mínimo grado de autocrítica que existe cuando se está degradando la democracia española de forma bochornosa. Para un Sánchez sin escrúpulos todo vale para seguir unos años más en la presidencia del Gobierno.