El fallecimiento de Francesc Antich, a los 66 años de edad, a consecuencia de un cáncer, ha causado una honda conmoción en la Isla. El político del pueblo de Algaida (Mallorca), que se ganó a pulso su fama de hombre tranquilo pero con una gran visión de futuro, llegó a ser presidentedel Govern en dos ocasiones: en 1999 y 2007. Durante la jornada de este viernes, la capilla ardiente instalada en el Consolat fue visitada por cientos de personas que quisieron rendirle el último homenaje y despedir a una figura clave de la política de final del siglo pasado y principios del actual. Y un referente en la izquierda, porque no hay que olvidar que llegó a aglutinar a los partidos progresistas en sus dos etapas de president. Algo que, en aquellos momentos, no era nada fácil.    Se ha ido un hombre bueno y un buen político, apasionado de su tierra y de su lengua, que siempre defendió. Un político comprometido con las Islas, que prefirió el perfil bajo y la discreción a los grandes enfrentamientos estériles, tan habituales en esta etapa política.   

Un adelantado a su tiempo.

Pero también es necesario valorar la figura política del expresidente, para concluir que fue un pacificador valiente y adelantado a su tiempo. Un visionario que adelantó los peligros del turismo de masas y consiguió que se aprobara la primera ecotasa, que tanta polémica generó por aquel entonces y que le ocasionó un gran desgaste político. El futuro de los jóvenes, tan en entredicho ahora con la crisis habitacional y los precios desbocados, fue otro de los problemas que anticipó el socialista.

Homenaje de la sociedad civil.

Pero los merecidos homenajes a Xisco, como era conocido Antich, no se limitan a la esfera política. La sociedad civil se ha volcado con él y el mundo empresarial, turístico, cultural o religioso ha reconocido la aportación extraordinaria del político a estas Islas, siempre desde la moderación y la altura de miras. Nos deja un servidor público único.