El paso de la DANA por la Comunitat Valenciana ya ha provocado más de 150 fallecidos y es posible que esta cifra aumente de forma exponencial a medida que vayan recuperándose los cadáveres de todas aquellas personas que llevan tres días desaparecidas. Las versiones más pesimistas apuntan a que el número de muertos puede incrementarse en varios centenares más ya que en muchas zonas continúan en los trabajos iniciales para recuperar la normalidad. De hecho, en varias localidades valencianas los supervivientes tienen que convivir con los muertos porque no han recibido aún ningún tipo de ayuda.

Testimonios.

Durante las últimas horas se han escuchado muchos testimonios de afectados por la catástrofe que denuncian que no tienen ningún apoyo por parte de los servicios de emergencia. No tienen luz, ni agua, y apenas disponen de alimentos. Sus casas están repletas de fango y han perdido prácticamente todo lo que tienen. Las imágenes de vehículos amontonados en las calles es el reflejo del caos que ha provocado la DANA a su paso por la Comunitat Valenciana. Mientras la gestión de los servicios de emergencia han provocado ya las primeras disputas políticas, los ciudadanos se sienten desamparados.

Descoordinación.

Es difícil de explicar, por ejemplo, que la UME no llegase a los municipios afectados por la catástrofe hasta el jueves. El presidente de la Comunitat Valenciana no lo solicitó antes al Gobierno central. Los militares son ahora mismo los profesionales más experimentados para poder ayudar a la población y de la manera más rápida, pero lamentablemente se han perdido demasiadas horas en solicitar su ayuda. Los ciudadanos afectados por las tormentas necesitan recuperar la normalidad lo antes posible. Deberían ser alojados en hoteles todos aquellos que no tienen vivienda. Hay que garantizar que todos los ciudadanos tengan comida para los próximos días, y sobre todo recuperar los servicios básicos como luz, agua e internet para poder comunicarse. Si la prevención ya fue deficiente, las labores de emergencias tampoco están a la altura de las circunstancias. Ya habrá tiempo para depurar responsabilidades políticas, pero los ciudadanos no pueden sentirse abandonados. Y ahora mismo no tienen toda la atención que merecen y necesitan.