La jornada de este viernes, 19 de julio, pasará a la historia como el día que el mundo estuvo en vilo por un fallo informático en el gigante norteamericano Microsoft. Las consecuencias, en aeropuertos, bancos y empresas, han sido considerables y, como era de esperar, la caída global se dejó sentir también en Baleares. El aeropuerto de Son Sant Joan, el más grande de las Islas y uno de los más importantes del país en volumen de pasajeros, registró un viernes negro, con retrasos generalizados y un caos que se fue extendido desde primera hora de la mañana. Lo mismo ocurrió en el aeropuerto de Ibiza, donde a medida que avanzaba la mañana se iban concentrando un número más que considerable de viajeros. Afortunadamente, a media tarde se fue recobrando poco a poco la normalidad y el armagedón informático, que en su país de origen ha tenido un impacto tremendo, se fue diluyendo. Sin embargo, las colas en las instalaciones aeroportuarias fueron interminables y muchos turistas y pasajeros tuvieron que armarse de paciencia para afrontar esta jornada caótica que nadie se esperaba.

Jaque global.

El incidente ha confirmado, además, que en un mundo global las consecuencias de una caída informática generalizada son devastadoras y se propagan a tal velocidad que es muy complicado contenerlas. Cualquier empresa, negocio o administración pública está informatizada y Microsoft es el gigante del software, por lo que cualquier incidencia seria causa un auténtico terremoto.

Consecuencias económicas.

La jornada de caos se traduce, también, en cuantiosos daños económicos a los afectados, bien sean particulares o empresas. La solución es compleja, porque las grandes corporaciones mundiales tienen el monopolio informático. La parte positiva es que, en Baleares, se pudo capear el temporal y lo que se aventuraba como un desastre bíblico se quedó en un día de caos.