El Consejo de Ministros tiene la potestad, si bien necesita el visto bueno del Senado, de disolver el Consell de Formentera y convocar nuevas elecciones. Existe algún precedente en España aunque evidentemente hay que agotar todas las vías políticas antes de llegar a esta situación tan traumática y que tanto podría desprestigiar a la isla. Pero mientras Llorenç Córdoba siga en el cargo de presidente no hay que descartar que los habitantes de Formentera se vean obligados a votar de nuevo. La situación política es de una gravedad extrema y lo mínimo que se exige es responsabilidad a todos aquellos que pueden resolverla.
Córdoba inició la crisis.
No conviene olvidar cómo empezó la crisis. Fue Llorenç Córdoba a través de un confuso mensaje enviado a los medios de comunicación el que anunció que dejaba de apoyar de forma incondicional al Govern de Prohens. Al día siguiente, en el pleno, Córdoba ya se desmarcó en varias votaciones al PP. Ya por la tarde se produjo la famosa reunión en la que Córdoba exigió a la presidenta del Govern que quería cobrar más dinero, concretamente la asignación que tenía el grupo mixto para Sa Unió, casi 3.000 euros. Córdoba alegó que se encontraba en una situación económica muy delicada debido a unas inversiones fallidas. El mismo declaró haber perdido 144.000 euros en bolsa. En contra de lo que dijo Córdoba, en la reunión con Prohens el presidente de Formentera no acudió a defender los intereses de la isla que gobierna. Ni deslindes, ni inversiones educativas, ni soluciones ante los problemas de la vivienda surgieron en aquel encuentro. Solo le interesño negociar su sobresueldo pese a ganar unos 90.000 euros brutos al año entre su sueldo en el Consell, la dieta globalizada del Parlament y sus dietas en la Autoritat Portuària. Córdoba llevaba tiempo exigiendo mejorar sus ingresos económicos. Antes de acudir a Prohens con la amenaza de no apoyarla, el presidente del Consell de Formentera había reivindicado mejoras económicas al presidente del PP de Formentera, José Manuel Alcaraz.
Soluciones a la crisis.
La actual situación tiene dos salidas. Una, que Córdoba dimita, algo improbable sobre todo ante los problemas económicos que arrastra y que le llegan a decir que está arruinado. Dos, una moción de censura, pero no será fácil que la izquierda respalde a Sa Unió, que tampoco está gestionando de la mejor manera esta crisis política. Una solución sería que Alcaraz mostrase de una vez las pruebas, que las hay, que demuestran que Córdoba exigía ganar más dinero debido a su delicada situación económica. Otra, que todos los partidos buscasen una alianza para echar a Córdoba, que en las actuales circunstancias no es digno de seguir presidiendo el Consell. Y no lo es porque en democracia nadie está legitimado para gobernar si pierde el apoyo de los partidos que le apoyan. La propia Margareth Thatcher es vio obligada a dimitir cuando desde el Partido Conservador dejaron de apoyarla. No hizo falta ninguna moción de censura ni una cuestión de confianza. Dimitió, que es lo que diferencia a los políticos de Estado a aquellos que ven la política como una forma para ganar dinero. Es cierto que Córdoba obtuvo la mayoría absoluta en Formentera, pero que tampoco olvide que no lo hizo a título individual y sí con el apoyo de dos partidos políticos y, sobre todo, gracias al desgaste del gobierno anterior. La izquierda cometería un grave error si se dejase llevar por el revanchismo para recuperar un gobierno que perdió por sus propios errores. Ese paso sería un fraude para los ciudadanos de Formentera, si bien Córdoba va difundiendo (y también hay pruebas) que estaría dispuesto a seguir como presidente con el apoyo de GxF y PSOE. Por lo tanto, la solución en Formentera debe ser política, rápida y, sobre todo, responsable. Pero Córdoba no puede seguir más tiempo al frente del Consell de Formentera.
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