La reconversión de la E-10 en un bulevar de Ibiza ciudad lleva más de 20 años sobre la mesa de las instituciones y, hasta ahora, sin cambios. El último responsable de la paralización de tan importante proyecto es el socialista Rafa Ruiz, quien rechazó lo dispuesto por el Consell d’Eivissa, y con coste cero para las arcas municipales, porque decidió en el último momento construir entre las rotondas de Figueretes y Joan XXIII un aparcamiento subterráneo para 1.500 vehículos. El rechazo fue anunciado en mayo de 2022, con Francina Armengol como valedora del mismo y anunciadora de una colaboración para el nuevo proyecto que pocos meses después se constató que no era tal.

Retrasos injustificables

En esta isla, los ciudadanos se han tenido que acostumbrar a la fuerza a los injustificables retrasos de la Administración a la hora de acometer las infraestructuras que hacen falta. Tiempo atrás se solía culpar a las constructoras, que no acudían a los concursos de adjudicación de los proyectos, forzando así a las administraciones a elevar los presupuestos. Pero, en el caso de la E-10, ¿cómo se puede explicar que desde 1999 hasta hoy siga siendo una carretera? Quienes han gobernado Vila y el Consell en este tiempo han anunciado por activa y por pasiva el traspaso de la gestión de la vía y su reconversión. Pero la realidad está a la vista, sigue siendo el primer cinturón de ronda.

El Consell, la solución

Ruiz, probablemente por la cercanía de las elecciones, anunció la creación de una «oficina técnica» para esta reconversión. Y el Consell guardó en un cajón el proyecto que estaba prácticamente listo para su licitación. Ahora se descubre que el socialista no preparó absolutamente nada, retrasando así un año más la solución. Afortunadamente para él, ninguna ley exige a los cargos públicos responsabilidad en casos como este. Solo queda confiar en que el Consell actúe ahora con rapidez para acabar con el problema.