Realizar una consulta urgente a las bases de Unidas Podemos para obtener el visto bueno a las negociaciones con Sumar es la confirmación de la improvisación con la que la cúpula de la formación morada, en especial su secretaria general, Ione Belarra, ha querido llevar los contactos con su compañera de Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz. Unificar la propuesta política de las formaciones a la izquierda del PSOE son una condición necesaria e indispensable para tener opciones a conservar el poder tras las elecciones generales del 23-J. La división provocaría una sangría de escaños irreversible, circunstancia que los dirigentes de Unidas Podemos parecen haber descubierto en el último momento.
Lucha de personalismos
El acercamiento entre Unidas Podemos y Sumar, que en principio comparten un espacio ideológico muy similar, ha estado entorpecido desde el primer momento por el antagonismo personal de sus principales protagonistas, en especial entre Díaz y el tándem de Belarra e Irene Montero a pesar de que las tres están sentadas en el mismo Consejo de Ministros. Las traiciones y deslealtades se han impuesto en la mesa de negociaciones desde el primer momento, dilatadas en el tiempo y enturbiadas por los pésimos resultados obtenidos por Unidas Podemos y los satélites de Sumar en los pasados comicios locales y autonómicos.
Daño irreversible
Con independencia del resultado final, la alianza entre Unidas Podemos y Sumar, caso de materializarse, llegará muy maltrecha ante su propio electorado. Ambas formaciones se han negado a admitir su fracaso en el 28-M, mientras que la demora en el acuerdo ha propiciado fórmulas alternativas, como el caso de la candidatura de Sumar y Més en Balears. Todo este cúmulo de errores y circunstancias dibuja un escenario que lastra las posibilidades electorales de la izquierda en el 23-J.
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