El que un 29 por ciento de los ciudadanos de las Islas se esté planteando la posibilidad de recurrir a un préstamo para cubrir sus necesidad financieras más urgentes es un dato que, cuando menos, debe preocupar. El escenario económico, dentro y fuera de España, se complica cada vez más, y no da la impresión de que vaya a producirse una mejoría a corto plazo. Balears no es una excepción, aunque podría considerarse una región privilegiada a tenor de los resultados de esta temporada, tanto en el orden laboral como empresarial. Con todo, las familias ven nubarrones en su futuro económico, una señal de alarma más que no se puede ni debe ignorar.
Inflación disparada
La actual coyuntura en nada predispone al optimismo. Los últimos datos referidos al índice de precios al consumo (IPC) son un claro exponente de que la inflación castiga, también y mucho, a los consumidores. Las posibilidades de hacer frente a los gastos se reduce, y más cuando quedan por delante un invierno en el que los incrementos en el coste de la energía serán para muchos una carga casi insostenible. Añadan unos precios de la vivienda disparados y cuestiones como el regreso al colegio de los hijos como elementos, entre otros, que acaban de perfilar un panorama más que preocupante para miles de familias.
Política económica y fiscal
El recurso a la obtención de un préstamo es una fórmula muy generalizada, aunque sea en cantidades más o menos modestas, pero que también merman la economía familiar. En situaciones como ésta es cuando se hacen precisas políticas económicas y fiscales valientes y acertadas, decisiones que rebajen el impacto de las dificultades en los sectores más desfavorecidos de la sociedad y que no hundan el tejido empresarial. No hay varitas mágicas, pero sí es preciso poner el máximo de eficacia y acierto para salir cuanto antes de ésta.
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