Poco a poco va remitiendo el escepticismo generalizado a la implantación de medidas de eficiencia energética, hasta el punto de que en Balears ya se han agotado los 31 millones de ayudas estatales destinadas a la rehabilitación energética, movilidad eléctrica e implantación de energías renovables. Lo ocurrido es la prueba de que con incentivos atractivos, información y facilidades en la tramitación burocrática es posible vencer las reticencias de los ciudadanos y romper con los esquemas más tradicionales; en este caso las fuentes de suministro de energía. También es cierto que este cambio de actitud coincide, además de una mayor conciencia de los peligros del cambio climático, con el exagerado incremento de los precios de los combustibles.
Estrategia adecuada.
Lograr el compromiso ciudadano con los planes de eficiencia energética es una premisa indispensable en las actuales circunstancias, incluso más allá de las coyunturas adversas como la actual. Las sociedades modernas afrontan con decisión los cambios indispensables para lograr los objetivos, pero para obtener una respuesta adecuada es necesario promocionar los cambios. Desde el Gobierno central se garantizan nuevas dotaciones presupuestarias para atender la demanda en Balears, mientras desde el Govern se anuncian fórmulas de financiación para fomentar la transición energética.
Acabar con la incertidumbre.
Todo indica que, por fortuna, han quedado atrás los vaivenes del pasado en los que se manera unilateral la Administración suspendía los apoyos a las energías renovables y quedaban en el aire las subvenciones previstas. Recuperar la confianza de los inversores, empresas y particulares, es esencial en las políticas destinadas a modificar los hábitos de consumo energético en cualquiera de sus vertientes. Es importante seguir avanzando en esta línea para mejorar los actuales resultados.