La Comisión de Salud Pública, integrada por representantes del Ministerio de Sanidad y de todas las comunidades autónomas, acordó ayer reducir de 10 a 7 días el aislamiento de los casos positivos y contactos estrechos siempre que tengan una sintomatología leve o sean asintomáticos. La medida trata de paliar, aunque sin descuidar la vertiente sanitaria, los efectos que tiene sobre la actividad económica el auténtico alud de bajas laborales que está generando esta sexta ola de la pandemia. Baleares no se escapa a esta situación que pone al límite la capacidad de muchas empresas para poder seguir funcionando con normalidad; tanto a nivel interno como en sus servicios a terceros.
Plantillas desbordadas.
El cumplimiento de los protocolos de prevención de la COVID desborda la capacidad de la inmensa mayoría de las empresas, en buena medida debido a la progresión geométrica de los contagios por la expansión de la variante ómicron. La reducción del aislamiento amplía en cierta manera el margen de maniobra, aunque España no ha querido tener en cuenta algunas propuestas de bajar a cinco días el aislamiento como estudian países como Estados Unidos o Italia. Lo cierto es que esta nueva oleada de casos está descuadrando las previsiones en todos los ámbitos.
Restauración muy castigada.
El aluvión de nuevos contagios propicia la reactivación de hábitos que se pensaban superados, como ocurre con muchas comidas y cenas de estos días. El sector de la restauración acusa con dureza el rosario de anulaciones de reservas de cara al Fin de Año, los ciudadanos toman conciencia de la propagación del virus en las últimas semanas y adoptan –siguiendo las recomendaciones de los expertos– limitar en la medida de sus posibilidades las posibilidades de contagio. Frente a este escenario sólo cabe esperar que se cumplan los vaticinios de una rápida mejoría de la situación.