El excesivo favoritismo del Ayuntamiento de Ibiza hacia la UD Ibiza y la pinza de ambas entidades que perjudica al CD Ibiza propició ayer un lamentable episodio que deja en mal lugar a todos los que participaron en él y que obliga a una profunda reflexión a los actores del cisma en el mundo del deporte de la ciudad de Ibiza. De nada sirve ahondar en la desafortunada gestión de los ascensos de la UD Ibiza y del CD Ibiza que han hecho y siguen haciendo Elena López y Rafa Ruiz y en la palmaria falta de previsión en la planificación de las infraestructuras deportivas. Ese daño ya está hecho. Ahora, el gobierno local debe actuar con la neutralidad que no ha tenido hasta ahora y respeto al segundo equipo de la ciudad y propiciar un acuerdo entre las partes en lugar de favorecer el enfrentamiento a través de declaraciones desafortunadas, como las de Elena López en una entrevista publicada ayer en el Diario de Ibiza cuya publicación parece orquestada en previsión del episodio vivido en Can Misses III.
Falta de pago.
Amadeo Salvo nunca ha querido que el CD Ibiza y el CA Pitiús entrenen en lo que se cree es un cortijo privado y, por lo tanto, está haciendo todo lo posible para evitarlo. El convenio de cesión de la instalación le obliga a cederlo en unas condiciones determinadas como las que se dan esta semana: el CD Ibiza tiene derecho a entrenar en césped natural porque juega el domingo sobre esta superficie. A pesar de que el Cedé no ha firmado ningún documento en el que se compromete a pagar la parte proporcional por el uso de las instalaciones, ni el convenio entre UD Ibiza y Ayuntamiento dice en qué condiciones se han de sufragar los costes del mantenimiento del campo, Amadeo Salvo, quien ya exigió un aval sin tener derecho a ello, tomó la decisión unilateral de no dejar entrenar al otro equipo de la ciudad, decisión que supone un perjuicio deportivo para los rojillos. Elena López, en lugar de mediar, se sumó al chantaje con determinación y exigió el pago de una cifra ridícula para una entidad que roza los 10 millones de euros de presupuesto. Todo ello cuando, en teoría, CD Ibiza y Ayuntamiento estaban negociando un nuevo convenio. Si ser nadie para tomarlo, Salvo se arroga la capacidad de «verse liberado» de permitir los entrenamientos y los partidos del CD Ibiza en Can Misses III.
El CD Ibiza no ayuda.
El CD Ibiza no se dio por enterado de la chulesca y desproporcionada advertencia de Salvo, al no recibir un burofax, canal exigido por el propietario de la UD Ibiza para entablar comunicación, y cumplió con el aviso de acudir a entrenar ayer. Lo hizo con máquinas cortacésped y los aspersores en marcha. Hubo un conato de tangana entre un futbolista del CD Ibiza y un directivo de la UD Ibiza. La situación fue muy embarazosa y no merecida para todos los profesionales implicados. Finalmente, tuvo que acudir la Policía para evitar que el incidente se prolongara todavía más.
Un acuerdo satisfactorio.
El episodio de ayer no debe volver a repetirse y la conflictividad debe erradicarse de raíz. Para ello, Rafa Ruiz debe actuar como alcalde por primera vez en el caso Can Misses y dejar de hacerlo de parte como hasta ahora y los presidentes de ambas entidades, Amadeo Salvo y Antonio Palma, exitosos hombres de negocios, hacer borrón y cuenta y trabajar para llegar a un acuerdo satisfactorio, lo que no significa alcanzar todos los objetivos. La UD Ibiza tiene que disfrutar de los privilegios propios de su categoría y el CD Ibiza ha de poder desarrollar su actividad con normalidad y no sentir que incomoda a su propio ayuntamiento. Es miserable que Salvo prohíba entrenar por una deuda ridícula e, infantil que Palma pagara ayer el importe de todo el año cuando lo pudo haber hecho antes.