Aunque no se presume una tarea fácil, es digna de aplaudir la voluntad que ha venido expresando el presidente del Consell d'Eivissa, Vicent Marí, de consensuar, al menos, con el PSOE, el principal partido de la oposición, la reforma del Plan Territorial Insular (PTI) que prometió durante la pasada campaña electoral y en su discurso de investidura. Contrasta esta voluntad con la felonía que cometió el gobierno de PSOE y Unidas Podemos cuando aprobó a pocos días de las elecciones la última modificación del instrumento insular sin acuerdo con el Partido Popular y con la oposición de buena parte de la sociedad civil, como quedó acreditado en el resultado electoral, atando de pies y manos al futuro gobierno surgido de las urnas.
El riesgo de una legislatura perdida.
La pandemia ha alterado las prioridades políticas de todos los gobiernos, con el peligro de que suponga una legislatura perdida en temas esenciales que, sin embargo, han pasado a un segundo plano desde marzo del año pasado. La reforma del PTI es uno de ellos, pero no el único. El agravio histórico del Govern balear en materia de financiación, el traspaso de las competencias de agua y residencias y el debate sobre la limitación a la entrada de vehículos son algunos de ellos y deben ir incorporándose a la agenda política a media que podamos convivir mejor con el virus.
No ha de haber vencedores ni vencidos.
El PP aspira a poder cerrar un acuerdo con el Partido Socialista, aunque es consciente de que es complicado sellar pacto alguno con la facción más extremista de la formación. Ve prácticamente imposible un acercamiento con Unidas Podemos. Los ciudadanos, en cambio, suspiran por un gran acuerdo que evite modificaciones normativas cada cambio de gobierno. Además, la experiencia demuestra que cada cambio provoca un efecto llamada que genera un aluvión de proyectos. La responsabilidad de buscar el consenso es del gobierno insular, la de ceder en aras de un acuerdo estable es, no obstante, de todas las formaciones políticas que han de anteponer el interés general y la estabilidad normativa a la de imponer a toda costa su modelo. No ha de haber vencedores ni vencidos en la negociación.