A nuestros gobernantes tenemos derecho a exigirles ejemplaridad, coherencia, sensibilidad y respeto. Y la comida organizada por el alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, el pasado lunes en el Salón de Plenos de Can Botino a la que asistieron Francina Armengol y Josep Marí Ribas Agustinet junto a seis empresarios no es ejemplar, porque es un ejemplo de que las normas no las cumplen ni los que las promulgan, ya que el decreto en vigor recomienda «evitar las reuniones de trabajo o profesionales hechas de manera presencial». Es incoherente, porque es hacer todo lo contrario de lo que nos vienen diciendo que hagamos, ya que la comida es una triquiñuela, propia de la secular picaresca nacional, para sortear la imposibilidad de celebrar la comida en un local o en un domicilio. Es insensible con los ciudadanos a los que prohíbe Armengol convocar este tipo de encuentros con personas de otros núcleos de convivencia. Y, finalmente, es irrespetuoso con los empresarios a los que el Govern obliga a trabajar solo en el exterior, en mesas de cuatro personas y de dos núcleos de convivencia y solo hasta las 17 horas, negándose, además, a revisar las restricciones durante un mes, cuando hasta ahora era cada 15 días.
Editorial
Ni ejemplaridad ni coherencia ni sensibilidad
Ibiza19/03/21 4:01
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