La alta y en crecimiento penetración de la cepa británica en Ibiza -en 24 horas ha pasado del 25% al 33%- , la mayor capacidad de contagio -un 70% más según algunos estudios, es decir que por cada contagio de la cepa original la británica contagia a 1,70 personas más, casi el doble- y la mayor virulencia avanzada ayer por la consellera de Salud, Patricia Gómez, en el Parlament, quien advirtió de que los casos podrían ser más graves, complican el escenario.
Desescalada lejana.
De la intervención de la consellera y de la radiografía de la situación actual se deduce que el Govern no tiene todavía una fecha para poder iniciar la desescalada en Ibiza con garantías, ya que el riesgo de rebote no puede ser minimizado y la experiencia de los resultados del mes de diciembre está siendo desastrosa. Es cierto que el número de contagios está descendiendo en las últimas jornadas, lo que demuestra que las restricciones están funcionando, pero también lo es que el número de contagios sigue siendo elevado (66 en 24 horas) y que la presión en la UCI lejos de bajar se está incrementado, con tres ingresos más en 24 horas, lo que supone 26 personas en Ibiza (22 en Can Misses y cuatro en la Policlínica Virgen del Rosario), además de los cinco que están en Son Espases, tras el traslado a planta de dos de los enfermos desplazados. A pesar de que bajen los contagios, mientras la presión hospitalaria sea tan elevada es un riesgo demasiado grande plantear relajaciones en las medidas.
Formentera se libra.
La buena noticia es que Formentera no ha registrado ningún caso relacionado con la cepa británica, lo que permite afrontar las próximas semanas con otra perspectiva. No obstante, el riesgo de que la variante más contagiosa y dañina llega a la pitiusa sur es elevado aunque se mantenga el cierre perimetral de ambas islas, ya que la movilidad entre las pitiusas está permitida en numerosas excepciones. Otro aspecto a destacar es que las vacunas se están demostrando efectivas a la hora de proteger a la población de estas variantes.