La presidenta del Govern, Francina Armengol, propugnó ayer una reforma de la Constitución que avance en la organización federal de España y manifestó su voluntad de sumar a Baleares a una alianza con Cataluña y la Comunidad Valenciana para impulsar una «Commonwealth mediterránea». En el discurso del Día de la Constitución, calificó de «gran acierto» la idea del presidente del gobierno valenciano, Ximo Puig, de establecer una estrategia común para «reequilibrar un Estado que se apuntala en el centro y tiene que bascular más hacia la periferia». Armengol vinculó esta propuesta a un Estado vertebrado con estructura federal mediante la reforma de la Carta Magna.
Mucho camino por recorrer sin reformar.
A pesar de los avances que ha supuesto la descentralización del Estado, Baleares no ha logrado ver compensados los costes de la insularidad, que en el caso de Ibiza, es doble, y en el de Formentera, triple. El problema no hay que buscarlo en la Constitución, sino en la falta de peso político y en la escasa sensibilidad de Madrid. El artículo 138.1 de la Constitución reconoce la insularidad como hecho diferencial que debe ser atendido por el Estado y el artículo 174 del Tratado de la Unión Europea establece que las regiones insulares han de ser objeto de especial atención por parte de la UE. Antes de proponer ensoñaciones como la de ayer, haría mejor Armengol en exigir con valentía el cumplimento del REB aprobado en febrero de 2019 y cuyas medidas fiscales aún no han entrado en vigor.
Centralismo del Govern.
Es censurable, además, el doble rasero de Armengol quien se aventura a pedir a los demás lo que ella es incapaz de hacer en el ejercicio de sus competencias en las islas, ya que en su acción de gobierno ha demostrado una escasa sensibilidad con el autogobierno de cada una de las islas y con su financiación. La pandemia ha aparcado las históricas reivindicaciones de la isla de Ibiza de nuevas transferencias (ciclo del agua y residencias) y de corregir el agravio que supone que el Consell financie inversiones autonómicas, lo que no significa en absoluto que el debate esté cerrado.