Los datos de la encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociologicas (CIS) durante la primera quincena del mes de marzo revelan que, para la mayoría de los ciudadanos, la epidemia del coronavirus que asolaba China y el norte de Italia como una cuestión ajena para España. Un importante grupo de ciudadanos, el 34,4 por ciento, consideraba innecesaria la suspensión de las manifestaciones feministas del 8-M. Cabe recordar que, por aquellas fechas, Italia ya había suspendido el carnaval de Venecia y confinado a todas las provincias más septentrionales de la península italiana. Además, los medios se hacían eco del severísimo grado de confinamiento dictado por las autoridades chinas en la ciudad de Wuhan y diversas regiones del país.
El escepticismo como norma.
A la vista de la situación en la que se encuentra España, sorprende la lentitud en la reacción del Gobierno en la adopción de medidas preventivas, que, sin duda, habrían mitigado, cuando menos, la velocidad en el contagio de la COVID-19. Los resultados de la consulta del CIS evidencian que buena parte de la población no habría entendido, en aquel momento, la suspensión de actos multitudinarios; un elemento que debe disuadió a Pedro Sánchez de tomar una decisión acertada que requería una dosis de valentía de la que careció y ahora pagamos las consecuencias.
Baleares, desde lejos.
Los resultados de la consulta demoscópica del CIS resultan llamativos en lo que se refiere a Baleares. Ninguna de las personas consultadas en las Islas intuía la gravedad del problema que se cernía sobre las Islas. La percepción es que todo lo concerniente al coronavirus era ejeno a las Islas. La realidad ha evidenciado la magnitud del error ciudadano, inducido quizá por informaciones confusas y contradictorias desde los medios de comunicación y, también, por parte de los expertos. Lo ocurrido, como se comenta en tantas ocasiones estas semanas, deberá ser objeto de un profundo estudio para evitar que se repitan los errores en la próxima pandemia.