Tres litros por metro cuadrado, fruto de un chubasco corto e intenso, fueron suficientes para que se produjera ayer otro vertido de aguas fecales en el puerto de Ibiza, lo que obligó a Autoridad Portuaria a activar el plan anticontaminación por octava vez en lo que va de año. Que cuatro gotas acaben con vertidos en el mar es el reflejo, una vez más, de la precariedad en la que se encuentra la red de saneamiento de la ciudad de Ibiza.
Necesario pero insuficiente.
El Ministerio de Transición Ecológica ya se está curando en salud advirtiendo que la entrada en funcionamiento del esperado tanque de tormenta que promueve no garantiza que no se vuelvan a producir episodios de vertidos en el puerto. Según esta advertencia, el tanque de tormenta, nombre que se le da a un aljibe, es una obra necesaria, pero insuficiente. En cualquier caso, la entrada en funcionamiento no se ha de demorar para mitigar en la medida de lo posible los efectivos negativos que se producen cada que llueve con algo de intensidad. El problema estructural es el estado en el que se encuentra la red de saneamiento y que ésta no cuenta con canalizaciones independientes para las aguas pluviales y las aguas fecales. La consecuencia es que el agua de lluvia no puede reutilizarse y que cada vez que llueve se producen vertidos en el puerto porque la red que conduce las aguas a la depuradora no tiene suficiente capacidad.
Una solución estructural.
La ciudad de Ibiza necesita un planteamiento serio y de futuro que pasa por separar la red de aguas residuales de la red de aguas pluviales con el objetivo de acabar con la imagen tercermundista que se produce cada vez que llueve. Probablemente estemos ante una inversión millonaria que difícilmente podrá afrontar en solitario el Ayuntamiento y que justifica un acuerdo entre Ayuntamiento, Govern y Ministerio. La imagen de la ciudad no puede permitirse mirar hacia otro lado mientras restos fecales contaminan el puerto.