Los Presupuestos autonómicos para el próximo año, proyecto de ley aprobado ayer por el Govern, confirman los recortes anunciados. La necesidad de asumir el escenarios económico que se avecina ha obligado a interrumpir el ciclo expansivo de los últimos años, una decisión que afecta a las partidas destinadas a la inversión, que caen un 7,5 por ciento. Del recorte se libran las áreas vinculadas a la prestación de servicios sociales, el eslabón más débil y que el Pacte quiere proteger de los ajustes. El incremento en la presión fiscal, centrada en la subida del tipo del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados, no logra neutralizar el desplome de los ingresos globales.
Presupuestos realistas.
Hay que celebrar que las cuentas del Govern traten de aproximarse a la realidad de la evolución de la economía balear para 2020. Los errores de cálculo, con más o menos intención, que se cometieron en los inicios de la gran crisis de 2008 por parte de todas las administraciones parece que han hecho mella en los actuales gestores. Querer dar la espalda a los problemas garantiza el fracaso, y más en materia de política económica. De hecho, España todavía paga las consecuencias. Es preferible frenar determinadas inversiones que no mantenerlas a costa de un incremento del endeudamiento público, una losa enorme que ya soportan los Presupuestos de Balears año tras año.
Seleccionar y priorizar.
Será durante la tramitación parlamentaria de estos Presupuestos cuando se tendrá que determinar qué inversiones son las que quedan aparcadas, momento en el que sí que el Govern y las fuerzas políticas que lo apoyan tendrán que hacer un esfuerzo de selección muy importante. Es, sin duda, un momento delicado por lo que supone de discurso contradictorio que obliga a un esfuerzo didáctico suplementario ante la ciudadanía. De todos modos, peor sería ignorar los avisos de la ralentización económica que ya se otea en el horizonte.