No había la emoción de hace veinte años, cuando Francesc Antich tomó posesión de su cargo en sa Llonja como primer presidente de un Govern progresista, pero sí había una gran satisfacción entre los numerosos militantes del PSOE presentes –muchos de ellos, veteranos– porque por vez primera se reeditaba un Ejecutivo de izquierdas y por vez primera repetía en la presidencia una mujer, Francina Armengol. La nueva presidenta, arropada por el presidente del Senado y tres ministros de Pedro Sánchez, hizo un discurso diferente del de hace cuatro años. No se recupera el poder tras los años de crispación de José Ramón Bauzá. Ahora era el momento, y así lo dijo Armengol, de agradecer el apoyo y de seguir el camino ya iniciado.

Compromiso y lealtad.

Fue un discurso en clave de compromiso personal, al servicio de Balears y de lealtad a su gente. No faltaron las referencias a Menorca, Eivissa, Formentera y Mallorca. Y a todo aquello que reclama la sociedad: prosperidad, turismo sostenible, vivienda digna, lucha contra el cambio climático, acabar con el «terrorismo machista», una mejor educación y sanidad públicas... Armengol intentó ser exhaustiva pero se echaron en falta alusiones al catalán y la cuestión migratoria. Pero no todo cabe en un discurso que es la suma de muchas aportaciones para llegar a muchas sensibilidades, trabajadores, empresarios, tercer sector, ecologistas, artistas...

Reivindicaciones.

La presidenta expresó ante los ministros su lealtad, pero también sus reivindicaciones, que son las de la sociedad balear: un nuevo régimen fiscal y mejorar la financiación, destacando a la vez su confianza en el Gobierno central. Y tras las exigencias, las últimas palabras, cargadas de emotividad, fueron un canto al futuro, al progreso, a la creatividad, a la generosidad, a los sentimientos... Un discurso en auténtica ‘clave Armengol'. Ahora toca gobernar y llevar a la realidad los compromisos contraídos.