Los planes de Pedro Sánchez de agotar la legislatura se desvanecen. La falta de apoyos para aprobar los Presupuestos es una realidad que se impone en la aritmética parlamentaria. Ayer, el presidente del Gobierno tuvo que admitir que si no logra revertir el bloqueo actual deberá «acortar» su mandato y convocar las elecciones; un paso reclamado por los principales partidos de la oposición –Partido Popular y Ciudadanos– desde que llegó al cargo el pasado mes de junio. Los grupos que apoyaron a Sánchez en la moción de censura contra Mariano Rajoy, en especial el bloque independentista catalán, le abandonan a su suerte. Su baza, que tampoco es menor, es la de fijar la fecha.

Tiempo electoral.
Pedro Sánchez se ha convertido en la víctima propiciatoria de los actuales tiempos políticos, marcados por las elecciones en Andalucía, previstas para el próximo 2 de diciembre, y las autonómicas y municipales del mes de mayo. El cóctel se complementa con la tensión que, lejos de rebajar, aumenta –al menos en el plano institucional– con la Generalitat y los soberanistas catalanes. El ambiente electoral contamina toda la gestión política, y la minoría del Gobierno para poder sacar adelante sus cuentas se evidencia más que nunca. Incluso Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, también se distancia del Ejecutivo.

Sánchez, sin margen.
El presidente Sánchez está quedando sin espacio político para maniobrar. El gran obstáculo vuelve a estar en los independentistas catalanes, los cuales han iniciado una ofensiva contra el Gobierno en todos los frentes alentados por el presidente Quim Torra. Con este escenario, las posibilidades de prolongar el mandato que puede manejar Sánchez y el PSOE son muy escasas. Los ministros admiten en público un ‘superdomingo electoral’ en mayo de 2019, con urnas municipales, autonómicas, el Congreso, al Senado y al Parlamento Europeo. Una hipótesis más cercana que nunca.