La enorme presión interna del Partido Popular desencadenó ayer la dimisión, como integrante del Comité Ejecutivo Nacional, de María Dolores de Cospedal tras conocerse el contenido de las conversaciones que mantuvo con el excomisario José Manuel Villarejo. La exministra de Defensa y exsecretaria general de los conservadores hasta el pasado congreso mantiene su escaño en el Congreso de los Diputados, decisión que debilita la imagen de Pablo Casado que no logra desprenderse del lastre que supone la figura de Cospedal ante los próximos comicios europeos y autonómicos.
La investigación a Javier Arenas.
El encargo de un informe a Villarejo por parte de Ignacio López del Hierro, marido de María Dolores de Cospedal, sobre el papel del histórico dirigente del PP Javier Arenas ha sido, para amplios sectores de la formación conservadora, el golpe definitivo para forzar la salida de la número dos durante la etapa en la que Mariano Rajoy presidía el partido. En contraposición a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, con la que mantenía un indisimulado enfrentamiento, Cospedal apoyó a Casado en el pasado congreso extraordinario; un apoyo que puede querer rentabilizar ahora asegurándose una plaza en la lista al Parlamento Europeo. Queda por ver si el actual presidente nacional del PP acepta el trueque o logra que salga de manera definitiva de la escena política.
Grabaciones reveladoras.
Los archivos sonoros acumulados por el excomisario Villarejo son una auténtica bomba de relojería política, a todos los niveles y en todos los ámbitos. Sólo queda por preguntar quién o quienes serán sus próximas víctimas. Más allá de la estrategia personal del expolicía, lo cierto es que las grabaciones ponen de manifiesto es el grado de podredumbre en el que se ha instalado la política española. Quedan pocas dudas de la existencia de una corrupción sistémica que es preciso extirpar, cueste lo que cueste.