No parece que la decisión del Consell d’Eivissa de convertir Cas Serres en una residencia sanitaria haya calmado los ánimos del personal del centro, que llevan muchos meses cuestionando la mala gestión y, sobre todo, critican el papel que está desempeñando la consellera de Benestar Social, Lydia Jurado, máxima responsable política de la instalación. Los trabajadores rechazan el cambio de hospital a residencia sanitaria porque creen que les afectará negativamente. Y no solo critican el fondo del asunto, sino también las formas porque se les aseguró que tal cosa no sucedería. Los empleados del centro dicen que se les había garantizado la renovación de la licencia hospitalaria, pero no ha sido así. Ahora, anuncian movilizacionesporque temen que se externalicen servicios, la entrada de personal no sanitario o incluso la privatización del centro.

Foco de problemas.
No puede decirse que el Consell d’Eivissa haya sabido manejar con habilidad la situación interna de Cas Serres durante esta legislatura. Recordemos el episodio de la máxima responsable del centro, que dio un portazo criticando a Jurado, y el desafortunado comentario del podemita Di Terlizzi al respecto, diciendo que parecía una sindicalista. Lejos de calmarse la situación, los trabajadores mantienen la desconfianza hacia los gestores políticos. El Consell dice que la extinción de la figura mixta hospital-residencia se debe a una nueva legislación, y posiblemente tiene motivos para hacer las modificaciones, pero conviene explicarlas a unos trabajadores que no han sido muy bien tratados esta legislatura.

Todo sigue igual.
El Consell d’Eivissa sostiene que los servicios de Cas Serres no cambian y que todo sigue igual que antes, pero quizás ha faltado mano izquierda con los trabajadores. Sabiendo el clima que se vive en el centro desde hace meses, Lydia Jurado hubiese tenido que dar más explicaciones. Gestionar muchas veces requiere realizar una labor didáctica y este es un caso muy claro.