El hecho de que tres de cada cuatro trabajadores de enfermería se sientan estresados y más del 43% se declaren ‘quemados’ (síndrome de burn out) ha de llenar de preocupación al conjunto de la sociedad balear y a las instituciones autonómicas. El sindicato SATSE reclama al IB-Salut que vuelva a la jornada laboral de 35 horas, pero la realidad es muy compleja. La dura crisis económica que ha golpeado implacable durante más de ocho años y que aún no se ha superado, ha impuesto recortes, sacrificios y avanzar con las disponibilidades financieras ajustadas al máximo. De la misma manera, es hora de reaccionar porque muchos de los enfermeros, que han desarrollado su tarea con total dedicación, se hallan al límite de su capacidad de resistencia.

Ampliar plantilla. Es lógico que la solución a este problema, que toca de lleno el buen funcionamiento de la sanidad pública balear, pasa por ampliar plantilla y reducir las horas de trabajo. La pregunta es si el Govern está en disposición de hacerlo con la suficiente eficacia y recursos. La sanidad pública se lleva más del cuarenta por ciento del total de recursos de la Comunitat Autònoma. Es evidente que este esfuerzo es prioritario y que atañe al conjunto del Executiu solucionarlo. Hay que obtener más liquidez para mejorar la situación de la sanidad pública y, en paralelo, concienciar a la población de que se trata del más esencial de los servicios de toda sociedad desarrollada.

Mejor financiación. Durante décadas, y sobre todo en los duros años de la crisis, las Balears han soportado con resignación la mala financiación autonómica. Los recursos de Madrid se han ido a otras autonomías o se han quedado en la capital mientras el esfuerzo productivo isleño no se veía compensado con una capacidad inversora mínimamente justa. Ahora se ven los resultados de esta displicencia del poder central: los profesionales baleares más sacrificados se encuentran al límite de sus fuerzas. Es preciso reaccionar.