El hecho de que el Govern balear admita 341 casos confirmados de Xilella en las Islas, con mayor incidencia en los almendros pero avanzando ahora entre las viñas, ha de llamar a la reflexión sobre el estado de la agricultura en el Archipiélago. Sólo en Mallorca hay 280 casos. Para vencer esta bacteria no hay otra salida que invertir en investigación, en prevención y en acciones curativas pero, sobre todo, es preciso poner una solución a las fincas donde languidecen árboles abandonados o con muy escasos cuidados. Estas plantaciones, de manera indefectible, acaban por enfermar y contagiar a los predios vecinos, impidiendo un remedio conjunto y la erradicación completa de esta plaga.
Implicación del Govern. El Ejecutivo autonómico se ha marcado como línea de actuación destinar un millón de euros de la ecotasa a investigar la manera de erradicar la Xilella. Es una acción destacable, pero insuficiente. Lo importante es lograr que los propietarios controlen, vigilen y trabajen sus fincas. Esta bacteria ya ha sido atacada en otras latitudes, por ejemplo, California, donde hay una gran implantación de almendros y viñas. Pero para que sea posible es preciso incentivar y reestructurar todo el sector y abrir una nueva puerta de esperanza para la rentabilidad en la producción agrícola.
Hacen falta agricultores. El aspecto más profundo de esta problemática es la carencia de agricultores jóvenes. La única manera de paliar este problema es facilitar el acceso al campo de personas con vocación aunque no tengan fincas en propiedad. Es preciso incentivar fórmulas de alquiler. No hay peor enemigo para la Xilella que unos buenos payeses dispuestos a luchar por su almendral, su viña o los cultivos que haya decidido sacar adelante. Estos cuidados reducen los focos de contagio. La clave está en una concepción global del sector primario para volver a hacerlo rentable y para preservar el medio ambiente
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