El hecho de que la Fiscalía del Tribunal Supremo haya endurecido sensiblemente las penas respecto al grueso de los condenados del ‘caso Nóos’ demuestra que el ministerio público del alto tribunal continúa en la línea de firmeza iniciada por Pedro Horrach, aunque adaptándose a la sentencia de la Audiencia de Palma. La realidad es que Iñaki Urdangarin, condenado a seis años y tres meses, afronta ahora una petición de diez años. La reclamación de pena también aumenta para actores tan importantes del proceso como Diego Torres y Jaume Matas, entre otros. Además, la trama valenciana, absuelta en Palma, afronta importantes peticiones de castigo –no así la infanta Cristina, a la que el fiscal fiscal Horrach dejó al margen–. ‘Nóos’ alcanza así una nueva dimensión.

Relativa sorpresa.
Es evidente que la Fiscalía del Supremo se encuentra en una tesitura difícil, pero ha seguido la línea marcada por la acusación pública en Palma. Sus peticiones son fundadas y coherentes, además de ceñidas a las conclusiones de la Audiencia Provincial. Técnicamente, el trabajo de los fiscales del alto tribunal parece impecable. Otra cosa es lo que puedan decidir los jueces. Se trata de una sentencia de enorme trascendencia en el que cabe la posibilidad del ingreso en prisión del cuñado del Rey. Pocas veces una decisión judicial puede ir cargada de tanto sentido de la ejemplaridad entre una gran expectación social.

Ambiente enrarecido.
Corren tiempos complicados para el Poder Judicial. Aunque cada proceso debería ser analizado de manera diferente, lo evidente es que se enmarca en una coyuntura de constantes escándalos de corrupción política. Es una atmósfera enrarecida, en la que se contradicen soluciones livianas para unos casos y de mucha más dureza en otros. Ahora es el momento de las defensas, que se opondrán a las tesis de la Fiscalía. Y, finalmente, la sentencia definitiva.