El escrutinio final del congreso regional del PP balear ha dado una victoria clara y rotunda de Gabriel Company sobre José Ramón Bauzá, cuya derrota en todos los frentes –incluso en los bastiones de Marratxí y Calvià– pone en cuestión su futuro relevante en las filas conservadoras. En estas elecciones internas, cabe destacar la bajísima participación de la militancia, un elemento que Company y su entorno no puede dejar al margen de una reflexión sobre las causas de la pasividad o indiferencia del electorado; más si se tiene en cuenta una cita tan trascendental para el futuro de la formación como la de ayer.

Un cambio tranquilo. La elección de Gabriel Company como nuevo líder del PP balear supone un cambio importante en la estrategia del principal partido de las Islas, que históricamente ha tenido la mayor representación institucional desde hace décadas. En el congreso de este pasado fin de semana se han confrontado no sólo estrategias y posicionamientos políticos, también modos de entender la acción política. Y en ambos frentes se ha impuesto Company frente a Bauzá. Con él, el PP pretende recuperar los principios que le permitieron gobernar en Balears –tanto en el Govern como en numerosos ayuntamientos–, que pasan por priorizar los intereses y señas identitarias de las Islas, una conexión con el sentir mayoritario de la sociedad que se había perdido con Bauzá. Acaba la interinidad en el PP y, a partir de ahora, Company y su equipo son los responsables del nuevo rumbo.

Palma, la cuestión pendiente. La ajustadísima diferencia que Company ha obtenido sobre Bauzá en Palma es un elemento que merece ser analizado con detenimiento, más si se tiene en cuenta el enorme peso que tiene esta junta en el conjunto del aparato del PP y, por su puesto, su enorme trascendencia electoral. La militancia palmesana del PP se encuentra claramente dividida, lastrada por una clara falta de liderazgo tras la marcha forzada de José María Rodríguez, que el nuevo equipo gestor debe tratar de recuperar cuanto antes.