Las Balears están ofreciendo evidencias de una recuperación económica notablemente superior a otras autonomías. Una de las consecuencias es el incremento de la recaudación de los impuestos cedidos, principalmente Sucesiones, Donaciones de Patrimonio, Transmisiones y Actos Jurídicos Documentados. Estos tributos representan más de 24% del total mientras que en otras comunidades no llegan al diez por ciento. Es la prueba de la reactivación. Sin embargo, ello no debería traducirse en tentaciones de subida de tributos, porque la coyuntura sigue ofreciendo preocupantes síntomas de debilidad.

Sociedad golpeada. Si bien es indudable que el Archipiélago regresa con firmeza por la senda del crecimiento, también lo es que persisten los efectos de una sociedad golpeada. Toda una generación de jóvenes ha padecido los efectos de la crisis. En muchos casos, su poder adquisitivo actual es inferior al que tenían sus padres a su edad. Ello significa que los jóvenes, motor de cualquier sociedad, tienen menor capacidad de pagar impuestos y ello puede acabar por repercutir en el ritmo de crecimiento económico. El Govern debe ser sensible a esta evidencia y no plantearse incrementar tributos, pensando en los que están luchando por salir adelante teniendo menos oportunidades de las que gozaron sus progenitores.

Mantener el optimismo. En todo caso, lo fundamental es mantener el optimismo social en la mejora económica y en que se vayan creando nuevas oportunidades. Para ello es esencial crear clima de sociedad abierta, donde la presión fiscal no asfixie y donde efectuar una donación o asumir una herencia no se convierta en una carga demasiado pesada para el supuesto beneficiario. Es cierto que las necesidades de la administración autonómica son muy grandes, al igual que su deuda. Pero la mejor receta para superar coyunturas deficitarias es fortalecer el tejido productivo y dar impulso a las nuevas generaciones. Sólo así se combaten el miedo, la desconfianza y la deuda pública.