Pedro Sánchez interrumpió ayer sus vacaciones ibicencas (descansa en un agroturismo) para repetir lo que ya se sabía. Que su partido votará no a la investidura de Rajoy. Los socialistas no tienen un papel nada fácil en esta legislatura y, hagan lo que hagan, saldrán perjudicados. Sin embargo, no acaba de entenderse la postura de Sánchez, repetida ayer en el puerto de Vila. Sánchez votará no a la investidura de Rajoy, también le ha dicho no a un gobierno alternativo con pactos con Podemos, Mareas e independentistas, y en tercer lugar tampoco quiere que se repitan elecciones. Son tres ‘noes' que suponen un bloqueo institucional y, por consiguiente, la repetición de las elecciones nada menos que el 25 de diciembre.

Personalismo. El futuro de Sánchez es incierto. Ha perdido en dos ocasiones las elecciones y tampoco pudo superar una votación de investidura. Su figura política está muy tocada, por mucho que ayer un séquito de dirigentes socialistas isleños acompañasen al líder del PSOE en su paseo por la Marina. Si se repiten elecciones, previsiblemente sería la tumba de Sánchez. Algunos dirigentes socialistas tan relevantes como Felipe González, Alfonso Guerra o Pérez Rubalcaba han aconsejado a sus compañeros de partido que se abstengan para facilitar el gobierno de Rajoy y, por consiguiente, evitar unas terceras elecciones. Sin embargo, Sánchez y su ejecutiva insisten en el no, al menos de momento. Porque ya empieza a haber voces que plantean que, tras la primera votación del 30 de agosto, Sánchez recapacitará para abstenerse. Es una teoría, pero quizás sería la mejor solución, no para Sánchez, sino para un país que no puede mantener un gobierno en funciones eternamente. Celebrar unas elecciones en plenas Navidades sería un episodio difícil de digerir por los ciudadanos. La abstención se dispararía y el hartazgo de los españoles tendría consecuencias electorales.

Sentido institucional. La postura de Sánchez podría tener un sentido si, tras el fracaso de Rajoy, intenta conseguir él los votos para ser presidente, pero tampoco se lo plantea. Por lo tanto, y aprovechando que Sánchez está en Eivissa, sería conveniente pedirle un poco de sentido institucional y que aporte su granito de arena para que España no vaya a unas terceras elecciones en pleno día de Navidad.