El pleno del Parlament aprobó ayer la toma en consideración de una proposición de ley que prohibirá la celebración de las corridas de toros en Balears, además de otros festejos populares con intervención de animales, como los correbous, siendo el más conocido el de Fornalutx. Esta iniciativa legislativa, formulada con el apoyo de todos los grupos de izquierda, la rechazan el resto de grupos de la Cámara en la oposición. El debate político, de resultado conocido de antemano si no hay sorpresas, no responde a una demanda mayoritaria de la sociedad balear, si se exceptúan las reclamaciones en este sentido de los grupos animalistas.
Conflicto jurídico. La modificación legislativa que se pretende introducir –con la votación de hoy se inicia una tramitación parlamentaria que se quiere concluir antes del próximo mes de junio– entra en clara contradicción con la normativa estatal, que declara la tauromaquia patrimonio cultural de España. Se busca, por tanto, una confrontación para que, al final, sea el Tribunal Constitucional el que –como ya ocurre en el caso de Catalunya– determine el ámbito competencial del Parlament en esta materia. La pugna institucional se antoja gratuita.
Preservar la libertad. El posicionamiento de los partidos de izquierda en contra de las corridas de toros se sustenta en argumentos animalistas y también políticos, al querer asociarlas a una expresión lúdica ajena a Balears. En realidad son un espectáculo sometido a una severa normativa, que no evita el castigo al animal, pero alejado de otras celebraciones de indiscutible crueldad. Las protestas ciudadanas son testimoniales, aunque es innegable que la escasa presencia de público en los cosos hace décadas que ya ha hecho inviable la organización de temporadas estables. Los festejos en Mallorca son puntuales y, habitualmente, vinculados a las fiestas patronales. Apenas ya hay corridas y todo hace indicar que dentro de unos años serán un vestigio del pasado. Pero, mientras tanto, la prohibición menoscaba, innecesariamente, la libertad de sus aficionados.
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No se puede hablar de libertad de los aficionados cuando hay un ser que sufre y muere. La pederastia o las drogas también tienen sus aficionados.