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El Observatorio de Bienestar Animal (OBA) ha anunciado que el 97,9% de las bandejas de pollo analizadas en tiendas de Lidl muestran estrías blancas, una patología que no perjudica la salud humana, pero que sí disminuye su valor nutricional. Según ha informado ‘Público’ en exclusiva, la OBA ha estudiado 6.097 muestras recogidas de 321 puntos de venta distribuidos por las 17 comunidades autónomas, lo que supone el 48% del total de supermercados en España.

«Mucha gente decide comer pollo porque se supone que es más sano, pero no tiene en cuenta estas condicione», afirma a Público Míriam Martínez, veterinaria y responsable de Bienestar Animal en el OBA. El estirado blanco, según el mismo medio, se trata de una enfermedad derivada de anomalías musculares que reduce la calidad y la textura de la carne. Lo hace hasta un 224% más de grasa, entre un 7% y un 21% más de calorías, 10% menos de colágeno, y hasta un 9% menos de proteínas.

Martínez también señala que es «imposible» para el supermercado poder determinar en el etiquetado el valor nutricional en cada lote. Desde Lidl declaran a Público que "garantizar la calidad de nuestros productos es una prioridad", por lo que llevan a cabo "exhaustivos controles de calidad a lo largo de toda la cadena de suministro a través de organismos independientes y acreditados", incluso "más estrictos" que los límites legales, aseguran.

El supermercado también ha remitido al mismo medio a la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS). Esta ha destacado que "no es un problema de marca" y que "la legislación garantiza estándares de bienestar animal", así como determinar que su presencia es algo «común» en el pollo comercializado en los supermercados del país.