El objetivo de la revista es reivindicar el papel protagonista de estos lugares en la España rural. Algunos de estos siguen siendo desconocidos, mientras que otros son más conocidos o tienen varias curiosidades. «La España menos poblada tiene muchas maravillas en miniatura que conviene marcar en el plano de las escapadas por su patrimonio, urbanismo o por su relación con el entorno», destacan desde la revista.
El pueblo más bonito se trata de Altea, en Alicante. Este lugar recuerda a que una vez fue de pescadores y labradores por su vista hacia el mar y por el ambiente que desprende. «Hasta hace poco, la calle del Sol todavía olía a pescado y a saladura, y de las puertas colgaban cortinas negras, indicando que se estaba en el barrio marinero», cuentan desde la revista científica, donde revelan que ahora tiene un destacado bar llamado ‘El Fomet’, y que cuenta con callejuelas empedradas y sus son casas blancas decoradas con geranios, jazmines y buganvillas.
Otro de los puntos que destacan los investigadores es al subida por la calle Major. Este punto da conexión con la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, que cuenta con dos cúpulas cubiertas de tejas de vidrio azul. También destacan que en las balconadas hay un mirador para disfrutar de las sierras de Aitana, Bèrnia y Puigcamapana, así como de Punta de l’Albir, el Morró de Toix y el Penyal d’Ifac.
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