Hay lugares del planeta donde sobrevolar se vuelve un desafío complicado, como la misteriosa y remota Antártida, donde los pilotos de vuelos comerciales suelen evitar esta ruta.
Una de las principales razones detrás de esta decisión es la seguridad. La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) estableció en los años 50 una norma que prohíbe a los aviones bimotor alejarse más de 60 minutos de un aeropuerto.
La Antártida, al ser un continente helado y remoto, representa un enorme riesgo para los aviones comerciales. Además de la normativa de seguridad, las condiciones climáticas extremas añaden dificultades adicionales. Las temperaturas pueden llegar hasta los -70 ºC, lo que afecta directamente al rendimiento de los motores y los sistemas hidráulicos de las aeronaves. El combustible, por su parte, corre el riesgo de congelarse entre los -40 ºC y los -50 ºC.
A esto se suman los fenómenos naturales propios de la región, como fuertes vientos y tormentas de nieve, que aumentan significativamente el riesgo de accidentes. En caso de una emergencia y la necesidad de aterrizar en la Antártida, el extremo clima del continente helado supondría un grave peligro para la seguridad de los pasajeros.
Por estas razones, las rutas que cruzan las cercanías de la Antártida suelen ser desviadas, optando por trayectos más largos y seguros, como los que conectan Sudamérica con Australia.
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