Aunque la fresa silvestre se conoce desde la época prehistórica y era consumida por griegos y romanos, no se empezó a cultivar esta fruta hasta el siglo XIII en Europa. Puede ser consumida sin necesidad de ser pelada, y es ideal para esta época cuando el calor hace acto de presencia, por sus claros efectos refrescantes, resultando tan apetecibles en épocas calurosas.
Las fresas destacan por su alto valor nutritivo, sorprendiendo de hecho por su increíble riqueza en vitaminas. De hecho, destacan especialmente por su elevado contenido en vitaminas del grupo B, entre las que encontramos vitamina B1, B2, B3, B6 y B9, además de una cantidad bastante elevada de vitamina C. De hecho, tiene mucha más vitamina C que una naranja. Por ejemplo, una taza de fresas te da el 150% de la vitamina C recomendada, lo que ayuda a proteger el sistema inmunológico y protege de otras enfermedades cardiovasculares, arrugas en la piel y mala salud ocular.
Como ocurre con otras frutas, las fresas son ricas en antioxidantes naturales. En concreto, en su composición encontramos fenoles, un compuesto químico con capacidad antioxidante, ideal -y fundamental- a la hora de evitar la acción tan negativa de los radicales libres. Esto significa que un consumo regular de fresas ayuda de forma muy positiva a la hora de reducir el envejecimiento prematuro de las células, y evitar determinadas enfermedades asociadas.
Al igual que todos los frutos rojos como las cerezas, las frambuesas o los arándanos, las fresas contienen antocianinas, un pigmento que ayuda a combatir la inflamación y que ayuda a frenar enfermedades como la gota. Ayuda a fortalecer los huesos y estimular el sistema inmunológico. ¿Cómo lo logran? Inhibiendo la producción de la enzima ciclooxigenasa. Es decir, actúan de la misma manera que lo hace el ibuprofeno o la aspirina.
Las fresas son una buena merienda para perder peso o mantenerlo, ya que crean una sensación saciante, ideal para personas que deben seguir dietas restrictivas. Son dulces, por lo que pueden ser un buen reemplazo de gallegas o dulces para satisfacer a los golosos, también después de la comida o la cena. Cada fresa suele equivaler a cuatro calorías. Y además, la gran cantidad de fibra ayuda a retrasar la digestión y regula los niveles de azúcar en la sangre.
Aunque sus cantidades son más reducidas, las fresas son ricas en minerales como el potasio (190 mg), el calcio (25 mg) y el fósforo (26 mg). Pueden ayudar a aquellas personas que sufren casos de hipertensión arterial, e incluso disminuiría los niveles de colesterol en sangre de forma significativa, lo que puede ayudar a reducir el riesgo de sufrir enfermedades como la diabetes o el cáncer.
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