Hay tantas maneras de hacer cerveza como cerveceros, por eso cada cervecero tiene su propio equipo. En la elaboración de cerveza no hay reglas ni normas, solo es importante el resultado, y eso pasa por respetar ciertos parámetros de temperaturas y tiempos. Da igual los medios que utilices para ello. Uno debe tener en cuenta que todo lo artesanal cuesta trabajo y hacer cerveza artesanal casera lleva su tiempo. Se deben respetar los tiempos de este líquido. Primer consejo: un buen maestro cervecero es una persona paciente.
¿Cómo se hace la cerveza artesanal casera?
Es importante seguir unas pautas adecuadas de limpieza, control, cuidados de la temperatura y unos buenos ingredientes naturales, solo así se puede obtener una cerveza artesanal casera de gran calidad. Hay que contar con cuatro ingredientes básicos: herramientas (olla grande, cuba de filtrado, licuadora, termómetro, densímetro y botellas), materia prima (agua, cebada, lúpulo y levadura), pero, sobre todo, muchas ganas.
Respecto a los utensilios, en internet se pueden encontrar kits económicos desde 30 euros. Incluyen recetas, fórmulas e instrucciones para hacer habitualmente 20 litros de cerveza. A partir de ahí depende de la sofisticación que queramos darle al proceso, la calidad y el número de litros que uno se anime a elaborar.
Paso a paso
Comenzamos el cocinado malteando la cebada o el cereal que hayamos elegido, siempre cuanto más fresco, mejor. Hay que recordar que malta es el nombre que reciben los granos de cereal germinados y tostados. Se trituran estas semillas en la licuadora y se mezclan con agua sin cloro a 62-72 ºC de temperatura, removiendo durante 90 minutos.
Importante: emplear agua de mineralización débil. Es neutra en sabor y también permite adaptarla a los perfiles de ciertas zonas para hacer recetas de una región en concreto. Al final de la maceración hay que filtrar el producto resultante para separar los restos sólidos del mosto. Lo más óptimo es hacer circular el líquido al menos tres veces por la cuba.
Entra en escena el lúpulo, que da ese aroma y sabor de la cerveza tan característicos. Antes de sumarlo al mosto, hay que diluirlo en agua caliente. Luego, una vez mezclado con el mosto cervecero, hay que hervir el conjunto durante unas dos horas. Agregamos la levadura que convertirá el mosto en cerveza. En este punto Rosas recuerda: Los maestros coinciden en que lo principal en esta fase es mantener la temperatura lo más estable posible entre los 18 y 22º C, insistimos, si estamos cocinando cervezas tipo Ale.
Toca fermentar. El recipiente debe dejarse tapado para evitar la contaminación con otras bacterias que pudieran alterar el proceso, pero nunca sellarlo. La acumulación de dióxido de carbono y otros gases generaría cambios de presión que podrían causar una explosión. Tras comprobar con el densímetro que la fermentación ha finalizado, se añade el azúcar a la mezcla, y cuando ha reposado se embotella.
A la hora de embotellar es imprescindible asegurar una higiene exquisita en las botellas, y dejar en un sitio oscuro y fresco, con una temperatura estable de entre 15 y 18º C. El proceso de carbonatación tarda una media de dos semanas. Eso sí, si deja que la cerveza madure un par de semanas más, el sabor mejora.
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