Aunque todavía sean consideradas una rareza, las relaciones que escapan de la monogamia cada vez tienen más presencia en la sociedad. Pero, ¿cómo explicar el poliamor a alguien convencional o chapado a la antigua?. «Hay a quien le crea rechazo porque es un concepto que se sale de la norma tradicional, de lo que viene siendo el estereotipo de pareja tradicional, el de dos personas heterosexuales que se unen en matrimonio con la idea de estar toda la vida juntos. Y el poliamor rompe con esto, ellos consideran que no es necesario tener una exclusividad sexual y relacional para poder tener una unión que pueda durar para toda la vida», explica la experta, que señala los dos pilares sobre los que reposa el poliamor: «Amar a más de una persona en la pareja, y que haya amor».
El hecho de que estemos capacitados para enamorarnos de dos o más personas a la vez es una certeza, «es como preguntarse si pueden gustarme dos alimentos diferentes con cierta intensidad», pero, ¿es posible hacerlo y sentirse socialmente aceptado?. «Aquí entramos en un conflicto cultural y social, nacemos en una cultura determinada que nos impone ciertas limitaciones que nos condicionan. Por eso las personas mayores, que tienen esas normas mucho más asimiladas a nivel de rigidez, son las que suelen mostrar más rechazo a prácticas como el poliamor. Tener un poliamor y ser socialmente aceptado es muy relativo en términos de en qué sociedad nos movamos, existen sociedades en las que el poliamor se da de forma natural y se acepta culturalmente, por ejemplo en ciertas tribus, donde se comparten muchas cosas y se puede compartir amor y sexo. Y luego tenemos otras sociedades en las que no está tan bien visto. Es, por tanto, relativo, en función de lo que nos rodea. Pero es cierto que en nuestra sociedad genera rechazo porque venimos de una cultura en la cual las cosas son de una manera y el poliamor rompe con estas normas».
Una cosa es lo socialmente aceptado y otra, muy distinta, el deseo y la percepción psicológica que puede despertarnos otra persona. Algo que la profesional describe con un dictado más científico: «No podemos elegir con quién tenemos sueños eróticos, percibimos a los demás en términos cognitivos y sensitivos, y nuestro paleoencé falo decide por nosotros lo que nos gusta y lo que no, nosotros no lo podemos decidir de forma cognitiva». Este podría ser uno de los desencadenantes de la atracción instintiva que, aun teniendo pareja, nos hace desear a otras personas y, de una forma relativa, instiga el poliamor. Llegados a este punto cabe preguntarse si, desde el punto de vista de la psicología, el poliamor es un impulso sano. «Los psicólogos no vamos a evaluar lo que está bien y está mal en términos de normalidad, tenemos unos estandartes que dicen que si no te genera problemas a nivel social, cultural, económico, familiar o personal, si no molestas a nadie y no te molesta a ti, no tiene que ser un problema». Desde la intolerancia, se tilda el poliamor como la típica ‘puesta de cuernos', «una persona que lo vea así no comparte los valores del poliamor y por tanto no debe meterse en este huerto, podría generarle muchos problemas», advierte la psicóloga. Entre ellos, la afloración de celos. ¿Cómo se combate este problema en una relación abierta? «Hay que tener cuidado con lo que deseamos a nivel platónico, es decir las fantasías a veces chocan con la realidad. Si quieres compartir una persona y luego sientes celos, sería algo que hay que trabajar a nivel personal y con terapia. Es un problema que puede acabar con la pareja».
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