El labrador nunca juega con otros perros cuando va al parque, prefiere quedarse tumbado, apartado. Simplemente, Samson no sabe cómo se juega con otros perros, quizá eso tenga que ver con que el pequeño labrador llegó a su familia para ser entrenado como perro guía.
La idea de la familia de llevar un gatito a la casa apareció cuando Samson mostró un claro interés por jugar con un gato al verlo en el escaparate de una tienda. Por ello, solo dos meses después, decidieron adoptar a Cleo, una pequeña gata.
Cuando llegó a casa, Cleo fue colocada, aún dentro de la bolsa transportín, en el centro del salón para que el perro pudiese olerla. Cuando la sacaron de la mochila, Samson se puso muy contento, algo que ningún miembro de la familia esperaba: «Ni siquiera podía controlarse a sí mismo», comentan.
Samson comenzó a tratar a Cleo de una forma completamente distinta a como había tratado antes a otros animales, por nada del mundo quería separarse de ella. Viendo que los dos habían hecho buenas migas, comenzaron a llevar a la gatita de paseo, pero se cansaba rápido de caminar.
Fue entonces cuando la familia contempló dos opciones: volver a meterla en la bolsa de viaje o subirla al lomo de Samson. Optaron por la segunda, ante lo que ninguno de los animales puso pegas. «Cuando miro a Samson y a Cleo, veo a dos animales muy diferentes que se aman y confían el uno en el otro», explica el vídeo compartido en las redes sociales.
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