Diferentes tipos de quesos. | Vane Monte from Pixabay

La corteza del queso es una parte que protege y da carácter a este alimento. Esta parte suele generar muchas dudas sobre si se debe comer o no, por ello los expertos explican si se debe comer o no esta parte.

La corteza se forma naturalmente durante la maduración del queso y suele ser comestible. Estas son ricas en bacterias beneficiosas que aportan sabor y textura al producto. El brie, el camembert o el rulo de cabra presentan una corteza blanca y aterciopelada que es parte integral de su degustación. Asimismo, quesos azules como el cabrales o el roquefort poseen cortezas naturales que pueden consumirse sin problema.

Por otra parte, algunas no son aptas para el consumo, puesto que se recubren artificialmente con ceras, parafinas o plásticos, entre otros, que protegen el queso durante el almacenamiento y transporte. Estas cortezas no son tóxicas, pero no están diseñadas para ser ingeridas y carecen de valor gastronómico. Quesos como el Edam, conocido por su capa roja de parafina, o ciertos tipos de gouda, entran en esta categoría.

La legislación exige que los fabricantes indiquen en el etiquetado si la corteza es no comestible. Sin embargo, en ocasiones, esta información pasa desapercibida para el consumidor. Expertos advierten sobre la importancia de leer las etiquetas de los quesos adquiridos en supermercados, ya que muchas cortezas son plásticas e incomestibles. Ignorar estas indicaciones puede conducir a molestias estomacales.