Con 40 años recién cumplidos, me vi tomando una decisión que nunca hubiera imaginado: dejar Ibiza y mudarme a Londres por un año con mi hijo Jaime. Mi objetivo era sacarme el título de inglés C2, algo que siempre había estado en mi lista de pendientes. Jaime no tuvo problemas en adaptarse, ya que estudiaba en un colegio bilingüe en Ibiza, y mi marido nos visitaba una vez al mes. Todo parecía el plan perfecto.
Pronto, me encontré asistiendo a clases en una impresionante academia en Covent Garden, un edificio digno de película, con techos altos, escaleras señoriales y calefacción a tope, lo que era un lujo considerando que ya estábamos en pleno noviembre londinense. Los profesores, que estaban en prácticas, daban clases gratis, y yo había pasado la selección sin problemas gracias a mi nivel alto de inglés. Me sentía feliz y muy afortunada: cuatro horas de clases diarias para mí, en un lugar soñado, rodeada de libros y gratis.
Entre clase y clase, bajábamos a la cantina del edificio. Éramos solo siete compañeros, cada uno de una nacionalidad distinta, lo que hacía que nuestras conversaciones fueran tan variadas como nuestras culturas. Había un francés, Paul, que siempre me sacaba una sonrisa con sus comentarios ingeniosos y su acento imposible de ignorar. A menudo bromeaba con los demás diciendo: «¡Los 40 le sientan muy bien a María!». Tenía 15 años menos que yo, igual que el resto de mis compañeros, y quería ser mi novio, bueno, mi amante, decía, porque yo estaba casada. Todos se reían, yo la primera, pero me sentía halagada. Y aunque me lo tomaba con humor, no podía negar que, a esa edad, me sentía radiante, segura y atractiva. Era ese momento de mi vida en que todo parecía estar en perfecto equilibrio.
Pero, ¿sabes qué? Es justo en ese equilibrio cuando a veces te olvidas de lo que viene después. Me encontraba en un punto donde mi cuerpo no me daba ninguna señal de que algo cambiaría, y, sin embargo, lo estaba haciendo silenciosamente. Los 40 no son solo una etapa donde sigues siendo atractiva y vibrante; también son el comienzo de una transformación sutil que, si no atendemos, puede sorprendernos cuando menos lo esperamos.
Es en ese momento de plenitud cuando la prevención es clave. Sentirse bien y verse bien a los 40 no significa que no debas empezar a prepararte para lo que vendrá. Alguien dijo esta frase: «Si quieres que todo siga igual hay que empezar a cambiar las cosas».
Hoja de Ruta: Primeros pasos para cuidarte a los 40
Te propongo una hoja de ruta que te ayudará a comprender mejor cómo está tu salud actual y qué puedes hacer para prepararte de cara a la menopausia, cuando aún te sientes en plena forma.
1) Visita a un ginecólogo especializado en menopausia.
Es fundamental contar con un especialista que te acompañe en este proceso. Busca un ginecólogo especializado en menopausia. La Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) ofrece una lista por comunidades autónomas que puedes consultar aquí. Aunque no presentes síntomas, es recomendable empezar a revisar tu salud.
2) Analízate a nivel fisiológico
Tu ginecólogo te recomendará algunos análisis clave para evaluar cómo está funcionando tu cuerpo:
- Vitaminas D3 y B12: Esenciales para la salud ósea, neurológica y el sistema inmunitario.
- Hormonas sexuales y Hormonas tiroideas: Es crucial revisar la función de la tiroides, ya que afecta a tu energía y metabolismo.
- Cortisol
- Perfil lipídico: Importante para la salud cardiovascular.
- Glucosa e insulina: Para detectar precozmente problemas en el metabolismo de los carbohidratos.
- Hormona antimulleriana (AMH) y Homocisteína: Indicadores útiles para evaluar la salud hormonal y cardiovascular.
3) Revisa tus hábitos diarios
Haz una evaluación sincera de tus hábitos actuales. Pregúntate:
- ¿Cómo es mi alimentación?: Asegúrate de llevar una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables.
- ¿Cómo duermo?: Si tienes problemas de sueño, puede ser una señal de que necesitas gestionar mejor el estrés o ajustar tu rutina nocturna.
- ¿Hago ejercicio regularmente?: El movimiento es fundamental. Incorpora ejercicios de fuerza, cardio y equilibrio que disfrutes y puedas mantener a largo plazo.
- ¿Cómo manejo el estrés?: El estrés crónico puede alterar tus hormonas. Encuentra maneras de reducirlo con meditación, respiración o actividades relajantes.
4) El autocuidado como prioridad
El autocuidado es esencial, no solo para tu bienestar físico, sino también para tu salud mental y emocional. A los 40, puede que hayas pasado años dedicando tu tiempo y energía a los demás: tus hijos, tu pareja, tus padres. Aunque esas responsabilidades son importantes, ha llegado el momento de pensar más en ti misma.
Aprender a delegar algunas de esas tareas es clave. Dedicar tiempo a ti misma no es egoísmo, es una inversión a largo plazo. Ese «tiempo para ti» puede ser cualquier cosa que te llene de energía y te haga sentir plena: desde una caminata tranquila, una tarde de lectura, hasta actividades que te ayuden a relajarte y desconectar. Haz de tu bienestar una prioridad, porque tu cuerpo y tu mente lo agradecerán cuando llegue la menopausia.
5) Suplementación con la ayuda de un profesional
A partir de los 40, tu cuerpo puede necesitar apoyo extra mediante suplementos como magnesio, Omega-3, calcio o probióticos. La clave es elegir los adecuados para ti con la guía de un especialista. La suplementación puede ayudarte a prevenir problemas invisibles y mejorar tu salud general, pero siempre bajo supervisión profesional.
- ¿Qué suplementos me pueden ayudar en la etapa de la Menopausia?
Te lo contaré en el próximo artículo… pero si tienes dudas puedes enviarme un email a hola@mariajulve.com y te ayudaré.
Y recuerda: «Esta es tu oportunidad para cuidar de ti y comenzar a llenar tu hucha de salud día a día».
¡A los 40, pero también a los 50,y 60 empieza a ahorrar en salud! Será la mejor inversión de tu vida.
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