La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) alerta de los efectos nocivos no solo a corto plazo, sino también al largo. Y es que la cafeína y el azúcar son elementos muy estudiados de los que se conocen sus consecuencias, pero las bebidas energéticas contienen otros como la taurina, la glucuronolactona o el inositol.
Por razones como esta, la OCU pidió el año pasado que el etiquetado de estos productos sea similar al del tabaco y así proteger a sus consumidores, especialmente a los más jóvenes. Éstos componen un grupo social donde está ampliamente extendida la compra de bebidas energéticas ya desde el colegio hasta finalizada la universidad. Datos del Plan Nacional sobre Drogas de este pasado 2023 desvelan que el 45% de los jóvenes entre 14 y 18 años consumen estos productos "con frecuencia".
Tomar una bebida energética equivale a dos tazas de café expreso, cuatro refrescos de cola o cuatro tazas de café filtrado. Una lata entera puede equipararse a tres cafés expresos junto a tres cucharillas de azúcar. Los efectos de la cafeína (enfermedades cardiovasculares, insomnio, ansiedad o dependencia, entre otros) y del azúcar (también enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, hipertensión o problemas bucales) en estos excesos son bien conocidos. Sin embargo, los del resto de propiedades no lo son tanto, y la OCU asegura que sus consecuencias se arrastran a lo largo de muchos años.
Es por todo ello que el consumo de bebidas energéticas no puede ser moderado, ya que una sola lata aglutina enormes cantidades de cafeína, azúcares y sustancias nocivas para nuestro cuerpo. Asimismo, cabe diferenciarlas de las bebidas isotónicas, las que toman los deportistas para ayudar a recuperarse muscularmente.
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