Los partidos nacionalistas vascos, PNV y EH Bildu, han roto su techo electoral de 52 parlamentarios al conseguir este 21 de abril un total de 54 representantes. La fotografía de la nueva Cámara autonómica que ha salido elegida este domingo en las urnas será inédita, al convertirse en la más nacionalista de la historia. La cita electoral de esta noche ha arrojado un empate entre ambas formaciones a 27 escaños, aunque los jeltzales han logrado ganar por la mínima en votos, con una diferencia de alrededor de 29.000 votos.
Este auge del nacionalismo, empujado por una EH Bildu al alza que no ha dejado de crecer últimamente elección tras elección, se produce en un momento en el que los abertzales parecen haber modulado más sus mensajes soberanistas, en favor de la gestión, cuando existe una preocupación especial de los vascos por los servicios públicos, sobre todo por Osakidetza, hasta ahora «la joya de la corona», que los ciudadanos consideran que ha quedado «herida de muerte» durante la pandemia.
El PNV no renuncia a su esencia independentista, pero desde el «realismo», tal como asegura, con el convencimiento de que «la nación vasca se construye día a día a día». La frase del nuevo candidato a lehendakari jeltzale, Imanol Pradales, de que es «un independentista con los pies en el suelo», define bien cuál su posición, consciente, además, de la pluralidad de la sociedad vasca y de que gran parte de su electorado no desea la independencia.
La idea del pluralismo político en Euskadi parece estar calando también en una EH Bildu, que ahora parece huir del dogmatismo para abrazar el pragmatismo. Especialmente significativas son las palabras de su coordinador general, Arnaldo Otegi, de que no tienen «ansiedad» ni «excesiva prisa por alcanzar la independencia».
Ese es el camino que ha escogido el aspirante a la Lehendakaritza de la formación soberanista, Pello Otxandiano, que en materia abertzale, plantea dar «un salto cualitativo» en autogobierno, a través de una ponencia que se constituya en el Parlamento en el primer trimestre de la legislatura. Precisamente, es esa modulación la que dio sus frutos para engordar a los votantes del PNV con electores de otros partidos no independentistas y los que ahora está detrás del éxito de EH Bildu, a la que el pasado respecto a ETA ya no le penaliza apenas en las urnas, y con una apuesta de la juventud por esta papeleta.
Todo ello va acompañado por una cada vez menor pulsión independentista entre la ciudadanía vasca, que se encuentra en estos momentos bajo mínimos. El último sociómetro del Gobierno Vasco, considerado el CIS vasco, constata que solo el 22% de la población apoya sin ambages la independencia. Similares cifras reflejan otros sondeos, como el Euskobarómetro, y todos ellos apuntan a que el apoyo a la independencia ha ido cayendo en la última década, incluso entre los electores de los partidos nacionalistas, aunque en los del PNV nunca ha sido mayoritario.
De hecho, en 2014 ni la mitad de los votantes jeltzales (un 47%) estaba totalmente a favor de la independencia de Euskadi y este porcentaje ha llegado caer ahora hasta el 17%. Los que votan a EH Bildu son más independentistas, aunque también han bajado en diez años del 86% al 55%.
MÁS PARLAMENTARIOS NACIONALISTAS
Es en este contexto en el que el PNV y EH Bildu (pese a la bajada de los jeltzales) reunirán más parlamentarios que nunca en la Cámara, cuando además solo existen dos partidos nacionalistas en el Parlamento, después de que históricamente haya existido más siglas nacionalistas, como EA, Aralar o Euskadiko Ezkerra, en los primeros comicios.
Las diferentes marcas abertzales casi siempre ha superado los 40 escaños, con un techo de 52. Desde la elecciones de 1980, las primeras en democracia después de la dictadura de Franco, el Parlamento de Euskadi ha sido mayoritariamente nacionalista, salvo en 2009, cuando la izquierda abertzale fue ilegalizada, y los partidos no nacionalistas les superaron en tres escaños (38 frente a 35).
Fue entonces cuando, pese a que el PNV obtuvo una amplia mayoría, el socialista Patxi López se hizo con la Lehendakaritza con los votos del PP, tras una legislatura crispada con el Plan Ibarretxe sobre la mesa, que fue aprobado en el Parlamento Vasco en diciembre de 2004 con el respaldo de la mitad de los parlamentarios de Sozialista Abertzaleak (la marca entonces de la IA), es decir tres, los necesarios para que la 'Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi' saliera adelante. En 2005, el Congreso de los Diputados lo rechazó.
Precisamente, en las primeras autonómicas del 80 fue cuando las fuerzas nacionalistas obtuvieron más escaños (solo en esa ocasión hubo una Cámara con un total de 60 parlamentarios), alcanzando el 70% del Parlamento con la suma de 42 representantes, mientras que las formaciones no abertzales lograron un total de 18.
A partir de los comicios de 1986 se han repartido en las elecciones vascas 75 escaños y la mayoría parlamentaria ha sido siempre nacionalista, excepto en 2009, que con la ilegalización de la IA solo consiguieron 35, la cifra más baja de la historia. Salvo en esa ocasión y en 2005, cuando los abertzales superaron solo por un escaño la mayoría absoluta (al obtener 39), siempre han estado por encima de los 40 asientos.
Su techo electoral había sido hasta ahora de 52 parlamentarios, que consiguieron por primera vez en 1986 y repitieron en 2020, lo que supuso un 69,3% de la representación de la Cámara, muy cerca del porcentaje que alcanzaron en 1980. La foto del Parlamento vasco que sale este domingo, 21 de abril de 2024, será por tanto inédita, ya que nunca el nacionalismo había logrado tanta representación.
PONENCIA DE AUTOGOBIERNO
La amplia mayoría soberanista en la Cámara autonómica podría propiciar que se volviera a poner en marcha en este nueva legislatura la ponencia de autogobierno, que quedó en el cajón durante el pasado mandato. EH Bildu ya ha planteado que se reactive en el primer trimestre. Esta ponencia arrancó en 2014, tras la propuesta en este sentido del lehendakari Iñigo Urkullu en su primer debate de política general de septiembre de 2013 para lograr un amplio consenso de carácter transversal, que incluyese a nacionalistas y a no nacionalistas.
En 2017 se recuperó para actualizar el autogobierno, y en 2018, PNV y EH Bildu alcanzaron un documento de Bases del Estatus Político de Euskadi, con el fin de establecer los preceptos de la redacción de un texto articulado. Posteriormente, fue ignorado por la formación jeltzale. Ese documento, que ahora plantea recuperar EH Bildu junto con el PNV, se refería a un nuevo 'Estatus Político' para la Comunidad de Euskadi, que reconozca el «derecho a decidir» del pueblo vasco, su reconocimiento como nación, y el establecimiento de un sistema bilateral de relaciones con el Estado de carácter confederal.
Además de defender la capacidad del pueblo vasco para decidir su 'estatus político', también abogaba por su capacidad de convocar consultas para conocer la voluntad del pueblo vasco sobre la forma de relación con el Estado. El texto incluía su ratificación en referéndum por los vascos.
La redacción de un borrador de reforma del Estatuto de Gernika fue encargada a un comité de expertos, integrado por cinco juristas nombrados por los partidos con representación en la Cámara -PNV, EH Bildu, PSE, Podemos y PP-, con varios documentos finales sobre la mesa. Una parte muy importante del articulado estaba elaborado por los expertos de PNV, PSE-EE y Elkarrekin Podemos -que reflejaban determinantes discrepancias sobre el derecho a decidir-, del que se desmarcaron los de EH Bildu y el Partido Popular, que presentaron sus propios documentos. Los partidos concluyeron el trabajo, que se quedó en stand-by, y no prosiguió durante la pasada legislatura.
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