La cara es el espejo del alma, también en el caso de los perros. La pit bull Electra expresó a la perfección esta máxima, cuando empezó a llorar sin consuelo, al percatarse de que sus antiguos amos la habían abandonado y no tenían intención de volver.
Una voluntaria del centro de acogida que se hizo cargo de ella compartió este vídeo en Facebook, y rápidamente empezó a viralizarse, ya que plasma «el rostro de la tristeza y la realidad en los refugios».
«A veces me gustaría entender a los dueños que entregan a sus animales. No me gusta juzgarlos, pero cuando ves que los animales llegan al albergue con sus rostros felices y se sienten orgullosos, no lo entiendo», explica la publicación.
Felizmente, la historia de Electra acabó mejor de lo que empezó, y tras un tiempo en el albergue para animales encontró a una familia capaz de darle una vida como la que se merece.
7 comentarios
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Que pena, desde luego que hacer esto con un animal me parece cruel, un animal no te obligan a tenerlo, lo tienes pq quieres. Basta ya de abandonar a los animales
hola es una crueldad abandonar un perro o cualquier animal domestico
Conmoverme??? .... me conmueve???, pero me conmueve más la cara de los niños muriéndose de hambre en etiopía ... africa en general y oriente o sur america, ..... vamos, lo que son las personas en general. Pues la historia acabó feliz para el perrro, decir que las personas anteriores siguen muriendo .... .
Límites que has sobrepasado haciendo honor a tu nick.
Esto en Facebook tiene un pase, pero en un diario, aunque sea una web, ya es ridículo. Ni siquiera es una noticia. Por favor UH, un poco de seriedad, tiene que haber límites.
La felicidad comienza evitando a las personas sin corazón.
Somos patéticos con nuestro trato mútuo y con respecto al resto de animales. Damos asco puesto que lo único que hacemos es satisfacer nuestros propios caprichos a expensas del bienestar del resto. Como dijo Schopenhauer: si en este mundo no existieran perros (y esto es extensible a todos los animales, excepto a nosotros mismos), no merecería la pena vivir.