En el caso de que el INE confirmara este dato el próximo 11 de marzo, el IPC sumaría siete meses consecutivos sin lograr ninguna tasa positiva (su mejor registro en este periodo fue el 0 % contabilizado el pasado mes de diciembre).
El profesor de Economía de la escuela de negocios Esade Josep Comajuncosa ha explicado a Efe que el descenso del IPC es algo superior a lo que se podía prever solo por la caída de los precios de los carburantes, así como que está «en la línea de una cierta moderación de la actividad económica en toda la zona euro».
En este sentido, ha apuntado que la marcha de los precios en la eurozona tiende a ser «ligeramente peor» de lo que cabe esperar, lo que refleja una evolución de la demanda «algo más débil».
Esta situación confirma, a su juicio, que el Banco Central Europeo debe seguir inyectando liquidez y la necesidad de medidas adicionales para alejar la deflación de la economía, especialmente las que persiguen mejorar el flujo de crédito que se ha empeorado en el último medio año por la debilidad del sector financiero.
Para el profesor de Economía de IESE Javier Díaz-Giménez, el descenso del 0,8 % no es «una caída sorprendente ni demasiado preocupante», porque cree que la gente no está dejando de comprar determinados productos porque espere que los precios van a bajar, sino porque está cambiando su patrón de gasto.
Díaz-Giménez ha explicado que mientras dure «la atonía en general y haya dudas sobre el crecimiento» lo previsible es que el índice continúe en el entorno del cero, «si no hay novedades ni sorpresas» como pudiera ser una subida del IVA.
En opinión de la analista de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) María Jesús Fernández, el IPC ha vuelto a caer más de lo esperado y se mantiene «la tónica de tasas negativas derivadas fundamentalmente de la caída de los precios energéticos», una tendencia que prevé que continúe durante todo el año.
No obstante, Fernández ha afirmado que el índice podría situarse en terreno positivo si el precio del petróleo se mantiene en el nivel actual.
La analista ha descartado que haya riesgo de deflación porque la tasa negativa en el índice general coincide con una tasa positiva en el subyacente (que excluye la energía y los alimentos frescos), impulsado por el consumo y la devaluación del euro.
En este sentido, ha recordado que el único componente del IPC que está en negativo es el energético.
Por su parte, BBVA Research ha apuntado que el hecho de que los precios hayan caído en febrero con más intensidad que enero está «en línea con lo esperado» y que la inflación subyacente se mantiene positiva y estable, mientras que la energía y alimentos presionan a la a la baja a los precios.
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