Así lo ha señalado en un comunicado donde explica que a la vista de las informaciones aparecidas en diversos medios de comunicación estos días sobre las tarjetas de empresa, presenta su dimisión con «el fin de preservar los intereses de la Fundación Obra Social y Monte de Piedad Caja Madrid».
También destaca su «firme convicción» de haber actuado «siempre» con «plena legalidad», y, en todo caso, ha indicado que «si a la luz de la clarificación jurídica de los hechos hubiere lugar a ello», tiene el «firme compromiso de hacer voluntariamente las reparaciones a las que hubiere lugar».
En el mismo comunicado, Cafranga explica que el sistema de compensación a los consejeros de la desaparecida entidad financiera, de la que es heredera la Fundación, está documentado y definido en sus órganos de gobierno desde 1988.
«Es un modelo generalizado en este tipo de entidades y en numerosas empresas y estaba sometido a los más rigurosos sistemas de control y fiscalización, tanto internos como del Banco de España y de los demás organismos supervisores y reguladores competentes», ha asegurado, destacando que las opiniones jurídicas consultadas «descartan cualquier irregularidad de tipo penal».
Por otra parte, señala que la Fiscalía Anticorrupción se ha limitado a remitir al Juzgado que instruye el llamado 'Caso Bankia' la documentación facilitada por el FROB, «para que el material sea examinado por los peritos del Banco de España en el contexto de la pericia que ya les venía encargada».
En este sentido, aclara que no existe respecto de su persona ni de la Fundación «imputación judicial de ningún tipo como tampoco existe acusación por esta cuestión de las tarjetas de empresa contra los consejeros y cargos electos de Caja Madrid».
«Despejar sospechas»
No obstante, explica que deja la presidencia de la Fundación «con el fin de despejar toda sospecha de instrumentalización» de la misma en su favor.
Sobre el uso de las tarjetas, añade que «como es evidente», desde los años ochenta hasta la creación de Bankia en 2011 «han pasado por la entidad Caja Madrid un conjunto de personalidades que han utilizado las tarjetas de empresa y cuya probidad es incuestionable».
«Poner en cuestión que el sistema se hacía con plena legalidad, con gestión propia de la entidad y con absoluta transparencia, ya que precisamente el modelo de las tarjetas de empresa aseguraba el máximo control, choca con una realidad acrisolada en el tiempo», ha sentenciado.
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