El primer acto oficial de recuerdo de los atentados del 11M ha contado este lunes con la presencia de todas las asociaciones de víctimas de la matanza, enfrentadas en muchas ocasiones en el pasado, y ha estado presidida por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien ha destacado que, diez años después, España «nunca se ha llegado a acostumbrar al dolor».

«Todos íbamos en esos cuatro trenes», ha enfatizado el ministro en un acto celebrado en el Teatro Real de Madrid en el que se ha condecorado a 365 víctimas de los atentados. «Todos, pero especialmente los poderes públicos, tenemos la obligación de recordar a las víctimas», ha sentenciado.

El ministro ha presidido el acto flanqueado en todo momento por los representantes de las principales asociaciones de víctimas: la presidenta de la AVT, Angeles Pedraza, la presidenta de la Asociación 11M afectados del Terrorismo, Pilar Manjón y el vicepresidente de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11M, Eloy Morán.

Emoción, dolor y tristeza, pero también pánico. Es lo que han sentido hoy 365 de los heridos en el mayor atentado terrorista de España, reconocidos por el Gobierno en vísperas del décimo aniversario de una masacre que «injusta y salvajemente» cortó de raíz los proyectos y sueños de muchas personas. El acto de conmemoración del décimo aniversario del atentado terrorista ha mostrado, por primera vez, unidas a la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), presidida por Ángeles Pedraza, y a la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, que preside Pilar Manjón.

Han sido condecorados con la real orden de reconocimiento civil a las víctimas del terrorismo, en un homenaje en el Teatro Real de Madrid que se ha extendido a los 192 fallecidos en esos atentados y que, en palabras del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, «dejaron un hueco que nadie ha podido ni podrá llenar».

Un acto que ha servido también para contemplar una fotografía que en los últimos años ha sido menos habitual: la de las principales asociaciones de víctimas (las que presiden Ángeles Pedraza y Pilar Manjón) otrora divididas y unidas hoy en la conmemoración, que no celebración, de los diez años de esa tragedia.

Fuera de este detalle, que no ha pasado desapercibido para el ministro -quien ha apelado a la unidad de todos en el reconocimiento de las víctimas-, los protagonistas han sido los heridos, que han desfilado emocionados uno a uno por el escenario del palacio de la música para recibir su medalla.

Como muy bien ha descrito después el diputado de UPyD Carlos Martínez Gorriarán, ese desfile ha sido una radiografía de «quién fue atacado» ese 11 de marzo de 2004: la España real, la de los trabajadores, la de los jubilados, la de los jóvenes, la de los mayores, la de los estudiantes, la de los inmigrantes...

Y esa es la imagen que desde los palcos reservados a la prensa se ha visto. Gente normal, de la calle, orgullosa de recibir la condecoración que para algunos ha llegado tarde. Orgullosas algunas mujeres de subir al escenario con su hijo en brazos y otras de hacerlo ataviadas con el velo árabe.

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Muchas todavía sufren secuelas psicológicas y en otras es evidente aún el daño físico que les provocó el atentado.

Algunas no han dudado en reconocer el pánico que aún sienten al recordar la masacre, siempre «presente en nuestro pensamiento», como ha dicho a los periodistas una de las víctimas. Para otras, el acto de hoy, «muy emotivo», les ha vuelto a recordar aquel día y a inundarles de tristeza y dolor.

Otras no han podido evitar un tono de crítica hacia los políticos que se «aprovechan del dolor de las víctimas».

Todas ellas han escuchado las palabras del ministro del Interior, que ha querido recordarles que las instituciones, y en especial su departamento, están abiertas para ellas, para ayudarlas. «Cuentan con el apoyo de todo el Estado -les ha dicho- y, por extensión, pueden contar con nosotros en el ámbito personal».

No ha querido olvidarse el ministro de la labor, que ha agradecido especialmente, de todos los servicios de emergencias en los atentados de hace diez años, una tragedia que supuso «la mayor injusticia contra los derechos de las personas que puede ser cometida: la pérdida de la vida».

Ha resaltado además el altruismo, la generosidad y la lección al mundo de un pueblo, el español, que «lloró unido» para dar el calor humano a las víctimas, a los que más sufrían, y contribuir en la medida de lo posible a paliar «ese dolor desgarrador e inconsolable».

El atentado del 11M dejó víctimas «únicas e insustituibles», personas que, según el ministro de Interior, han ocupado «un lugar de honor en la historia de España y de Europa» y que recuerdan día a día el deber «irrenunciable» de todos, y especialmente de los que ocupan algún cargo en las instituciones, de mantener a las víctimas siempre presentes en la memoria.

«Todos íbamos en esos cuatro trenes», ha recordado el ministro que se repetía en Madrid ese fatídico día. Frase que hoy ha querido rememorar antes de asegurar que las víctimas del 11M fueron una representación de «nuestra querida España» y de los que eligieron el país para desarrollar un proyecto de vida.

Que jamás sean olvidadas ha clamado el ministro en el final de un acto al que ha acudido la plana mayor de su departamento, la defensora del Pueblo, Soledad Becerril, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, o la portavoz socialista en el Congreso, Soraya Rodríguez.

Un cuarteto de cuerda ha puesto el broche final al acto. A la salida, las víctimas han recogido un diploma complementario a las medallas y se han reunido con sus familiares.