Las previsiones macroeconómicas de otoño, presentadas hoy por la CE, mejoran ligeramente las perspectivas de la economía de España para este año, de manera que el país cerraría el ejercicio con una caída de su PIB del 1,3 %, dos décimas por debajo de lo estimado hace seis meses.
«Tras nueve trimestres de crecimiento negativo, la economía española parece estar embarcándose en una recuperación moderada en la segunda mitad de 2013, respaldada por la mejora en el resto de la Unión Europea (UE) y los progresos de las políticas en el ámbito nacional», recalca la CE en sus pronósticos.
Los datos positivos del tercer trimestre, en el que el país salió de la recesión con un crecimiento del 0,1 %, permiten a la CE augurar un final de año en positivo, tendencia que se afianzará en 2014 con un crecimiento del 0,5 % de su PIB, para llegar al 1,7 % en 2015.
La CE ha rebajado sus perspectivas para 2014 respecto a sus cálculos publicados el pasado mayo, en los que estimaba que el PIB progresaría un 0,9 %, un cambio que se debe a que entonces no se tuvo en cuenta el impacto de las últimas reformas.
Pese a esta moderación del crecimiento para el próximo año, Bruselas estima que este dato tiene un componente positivo, ya que «refleja unas dinámicas subyacentes más fuertes que en las previsiones de primavera».
Las exportaciones se mantienen como el principal factor de crecimiento, mientras que la economía se sigue viendo afectada por la débil demanda interna y la falta de crédito, en especial para los hogares y las empresas.
Aunque España avanza hacia la recuperación, el país todavía tiene «importantes necesidades de ajuste», afirmó el vicepresidente de la CE y responsable de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, en la presentación de las previsiones.
Una de las cuestiones pendientes es lograr cumplir con los objetivos de reducción del déficit público marcados por Bruselas, que prevé que España cumpla este año con el 6,5 % del PIB, si se deja al margen la ayuda a la banca.
Sin embargo, existen «considerables riesgos» que amenazan el cumplimiento de este objetivo y, de no darse un cambio en las políticas actuales, la Comisión espera que el déficit español se desvíe de los objetivos marcados en una décima en 2014 y hasta 2,4 puntos porcentuales en 2015.
El comisario finlandés recalcó que las reformas económicas «son de particular urgencia» en este caso, al haber recibido España dos años más para cumplir el objetivo a cambio de «reformas importantes y eficaces para impulsar el crecimiento y empleo».
En este contexto, la CE prevé que el país mantenga el camino de ajustes fiscales, «pero a un ritmo más moderado», y Rehn pidió a España que tome medidas «muy decididas» para luchar contra la «insoportable» tasa desempleo, sobre todo el juvenil.
Según los datos de desempleo publicados hoy por el ministerio de Empleo y Seguridad Social de España, el paro registrado aumentó en octubre respecto al mes anterior en 87.028 personas, el 1,8 %, con lo que el total de desempleados se situó en 4.811.383.
No obstante, el mes se cierra con 22.138 parados menos que en octubre de 2012, el primer descenso interanual desde mayo de 2007.
Las previsiones comunitarias muestran que el paro tocará techo en este año con el 26,6 % y se ha «estabilizado», tras lo que bajará paulatinamente en 2014 hasta situarse en el 26,4 %, y en el 25,3 % en 2015, unas tasas calificadas de «insostenibles» por el vicepresidente de la CE.
Rehn consideró no obstante que existen «señales tentativas de que las reformas están empezando a funcionar» y afirmó que «la reforma laboral del año pasado, así como importantes acuerdos con los agentes sociales, parecen tener efectos positivos».
Las cifras de empleo serían «incluso más bajos sin estas reformas laborales», consideró.
También calificó de «importante que España permanezca en el camino de las reformas y apoye el cambio económico y un mejor empleo».
En cuanto a la deuda pública, la Comisión ha revisado al alza sus cálculos frente a mayo pasado, al situarla en el 94,8 % del PIB para este año y en el 99,9 % el próximo, de modo que en 2015 superaría el 100 % del PIB en cuatro décimas, impulsada por el déficit público y el bajo crecimiento de la economía.
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