Varios actos oficiales conmemorarán la semana que viene la mayor matanza de ETA, la del centro comercial Hipercor de Barcelona, el 19 de junio de 1987, que se saldó con 21 fallecidos y 45 heridos.
El cese de la violencia anunciado por ETA el pasado octubre marcará la conmemoración del 25 aniversario de la masacre, según coinciden las víctimas consultadas por Efe, atrapadas entre una cierta sensación de alivio por el abandono de las armas y el peso del recuerdo de una matanza que ha condicionado sus existencias.
Los supervivientes del atentado y sus familiares tampoco dan por cerrada su lucha por resarcir a las víctimas de Hipercor, dado que todavía quedan 33 personas que no han cobrado la indemnización que los tribunales sí concedieron a 13 de los afectados por el mal funcionamiento de las fuerzas de seguridad, al no haber detectado los explosivos en el centro comercial.
La Audiencia Nacional y el Supremo desestimaron las demandas de esa treintena de personas, alegando que las presentaron fuera de plazo, pero la Asociación Catalana de Víctimas de Asociación Terroristas sigue reclamando al Gobierno esas indemnizaciones.
En declaraciones a Efe, el presidente de la ACVOT, José Vargas, ha afirmado que espera que el Gobierno acabe compensado a las 33 víctimas, porque considera que es de justicia que sean resarcidas económicamente al igual que los otros 13 afectados.
Esas 33 víctimas, como el resto de perjudicados por el atentado, sí pudieron cobrar la indemnización por atentado que establece la Ley de Solidaridad y la posterior ley de septiembre de 2011 de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo.
Vargas, que sufrió junto a su esposa heridas en el atentado, ha señalado que el anterior ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se comprometió hace cinco años a que arreglaría la situación de las 33 víctimas que reclaman una segunda indemnización por que la policía no desalojó el hipermercado, pero no se concretó nada.
Por ello espera que el nuevo titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, busque mecanismos para compensar esas víctimas y, según fuentes de la ACVOT, ese será uno de los asuntos que se tratará con él la semana que viene, coincidiendo con los actos oficiales.
De la misma opinión que Vargas es el expresidente de la ACVOT Robert Manrique, también víctima de Hipercor, que ha confesado a Efe su sensación de «vacío» por el hecho de que 33 víctimas de aquel atentado sigan pendientes de indemnización.
Manrique encara el aniversario del atentado marcado por su encuentro el pasado viernes con el etarra Rafael Caride Simón en la prisión alavesa de Zaballa, en el marco de un programa de reinserción de terroristas impulsada por el Ministerio de Interior.
No es la única víctima de Hipercor que se ha reunido con uno de los terroristas del atentado, aunque no todos los afectados están dispuestos a encontrarse cara a cara con los autores de la matanza.
Es el caso de María José Oliver, cuyo esposo falleció en el atentado y que ha explicado a Efe que rechazaría verse con los terroristas porque ese encuentro «no le haría ningún bien».
Oliver ve «muy necesaria» esa iniciativa porque «es bueno que terroristas que están en una posición crítica con ETA conozcan lo que han hecho, lo vean, y pueda servirles para entender que quizá no eran los héroes que se creían».
Pero también expresa sus recelos ante la actitud de los terroristas acogidos a planes de reinserción y apunta que su postura quizás se deba a un cambio de táctica, sin sincero arrepentimiento.
El cese de la violencia anunciado por ETA es «muy positivo» para Oliver, que ha recordado: «Una de las primeras cosas que dije cuando mi marido murió es que ojalá fuera el último».
Esta víctima de Hipercor no ha decidido todavía si acudirá a los actos de conmemoración previstos para la próxima semana, porque «aunque el tiempo siempre juega a favor», los recuerdos del atentado son tan «fuertes» que teme que no pueda superar rememorarlo.
Tampoco piensa acudir a los actos de homenaje Carmen Alegre, que sobrevivió sin apenas heridas al atentado de Hipercor pero que hace un año, tras una larga lucha en los tribunales, logró que se le concediera la invalidez permanente por secuelas psíquicas.
Alegre, a quien no le gusta «la parafernalia ni la pompa de los homenajes», lleva 25 años en tratamiento psicológico para combatir el sentimiento de culpa que le provocó el hecho de haber sobrevivido a Hipercor. «Nunca más he podido entrar en unos grandes almacenes», confiesa.
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