El cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, afirmó ayer que con la justificación del uso del preservativo que hace el Papa Benedicto XVI en el libro 'Luz del Mundo', del periodista Peter Seewald, el Pontífice se refiere a casos «totalmente excepcionales» aunque ha señalado que es mejor leer el libro primero.
En este sentido, el cardenal Amigo remarcó, en declaraciones a los periodistas durante la XCVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) que preside el arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela, que el libro en el que Benedicto XVI hace mención al uso del preservativo, es una obra «espléndida» que trata además otros «muchos temas importantes actuales».
Así, ha asegurado que ellos lo leerán «todos» con «mucho interés» y ha instado a los periodistas a que también lo lean para así poder tener un conocimiento «lo más cercano posible» a la forma en que el Pontífice aborda esta cuestión. «Después podremos hablar», ha concluido.
Amigo fue el único miembro de la Conferencia Episcopal que accedió a responder a las preguntas de los periodistas a la salida de la ceremonia de inauguración de la XCVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Paso insuficiente
El ministro de la Presidencia, Ramón Jaúregui, consideró ayer que las últimas palabras del Papa sobre el uso del preservativo suponen un «paso insuficiente», «muy propio de una Iglesia que siempre va un poquitín por detrás de los acontecimientos».
Jaúregui, encargado de las relaciones del Gobierno con la Iglesia católica, reconoció no obstante que se trata de un «avance» respecto a lo que el propio Benedicto XVI había negado «de manera taxativa» hace sólo un año.
A su juicio, el Papa se ha visto impulsado por una razón de salud pública elemental, pero sería necesario que la Iglesia aceptara el uso del preservativo de manera generalizada para que las comunidades católicas, sobre todo en Àfrica, evitaran el contagio del VIH.
En su opinión, no será fácil oír ese nuevo mensaje, ya que implicaría «aceptar la sexualidad como una circunstancia natural del ser humano» y separarla de la reproducción.
A su juicio, «a la Iglesia le cuesta enormemente admitir este tipo de circunstancias porque implicaría aceptar también la sexualidad como una circunstancia natural del ser humano y separarla de la reproducción».
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